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—Vale, los brownies ya están en el horno y habrá que sacarlos en veinticinco minutos —anunció Felix mientras se limpiaba las manos y escuchaba cómo detrás de él una silla se arrastraba.
—Lo mío ya está terminado y ha quedado perfecto, aunque normal, si lo he hecho yo —se vanaglorió Minho con una sonrisa ladeada al decir lo último—. Si a Sunhee no le gusta, es porque no sabe apreciar el arte.
—Seguro que lo hará, hyung —aseguró a su vez que se sentaba al lado de su compañero.
—Cierto, que tú la conoces más que yo —mencionó al mismo tiempo que levantaba sus cejas de forma repetida. Felix, al escuchar el tono de voz del joven, puso los ojos en blanco—. ¿Qué?
Desde que le había dicho a Minho que necesitaba su ayuda para cocinar algunas cosas, el bailarín no había parado de insistir para saber el motivo, para luego empezar a molestarle tras contárselo.
Todavía no había encontrado ningún momento para explicarle a los chicos su relación con Sunhee, Chan seguía siendo el único que lo sabía, pero creía que los demás ya sospechaban algo por la forma en que últimamente le fastidiaban sobre ella, mucho más que de costumbre.
—¿Vas a estar todo el tiempo así? —preguntó, entrecerrando los ojos.
—Me conoces desde hace años, ya deberías saber la respuesta —contestó con una sonrisa lobuna, tan típica de él—. No sería yo si no lo hiciera y tienes suerte de que me iré con mi blandita, si no, seguiría hasta que me cansase, lo que no sería pronto.
—Doy gracias por ello —bisbiseó intentando que Minho no le escuchara.
Sabía que al joven le encantaba molestar a todos, pero en ese momento eso le hacía ponerse más nervioso de lo que ya estaba, que no era poco. Tenía pensada la sorpresa desde hacía días, solo que nunca encontraba la mejor ocasión. Al final, para no posponerlo más, decidió que era su oportunidad después de hablar con Sunhee por mensajes.
—¿Has dicho algo? —cuestionó, a lo que Felix negó, aguantando una carcajada—. En realidad te he oído —siguió hablando sin que pudiera contestar—. Amas mis comentarios, lo sé, no lo niegues.
—Si quieres pensarlo, hyung, no seré yo el que te contradiga —rio mientras recibía una mala mirada por parte del bailarín.
Media hora más tarde, Felix se colocó la almohada en la cara para no comerse más la cabeza, ya que desde que se había enterado del tema no había podido dejar de darle vueltas. Se suponía que dentro de unos días, su familia iba a viajar a Corea para visitarlo. Estaba muy entusiasmado, no sabía cómo expresarlo, pero cuando le habían dado la noticia casi había gritado de la emoción. Por fin, después de tanto tiempo, podría volver a verlos y pasar tiempo juntos ya que se quedarían una temporada. Su ilusión era tal, que había empezado a preparar todo lo que quería que hicieran porque quería que fuera especial.
