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Felix se encontraba en el dorm, mirando al techo mientras pensaba en qué hacer. Sus tres compañeros habían salido, cada uno con un diferente motivo y él era el único que no tenía nada planeado. Sus amigos estaban ocupados, los demás miembros igual y no había sabido nada de Sunhee desde hacía unos días, lo que le preocupaba algo.
La joven le había avisado la última vez que hablaron que estaría algo ocupada, que no tendría tiempo para mandarle algún mensaje, pero que de igual manera lo intentaría, aunque todo indicaba que no había conseguido sacar ningún momento.
Después de la gira, se aburría fácilmente, ya que no tenía ninguna distracción, solo se le ocurría ir a la compañía para ensayar algunos bailes o hacer algún vlive.
Al final, decidió dormir un poco, no había podido hacerlo anoche, ya que había estado jugando a algunos videojuegos, aprovechando que tenía un poco de insomnio. Se estaba quedando dormido cuando su teléfono sonó, indicando que le había llegado un mensaje, y con pereza fue a cogerlo para ver de quién se trataba.
Se sorprendió cuando leyó que se trataba de Sunhee, la cual preguntaba si podía llamarle, que no le apetecía estar escribiendo, a lo que él contestó que sí y que no necesitaba consultarlo antes, sino que lo hiciera directamente.
—Hola, no te molesto, ¿no? —interrogó la muchacha después de que Felix descolgara.
—No, la verdad es que estaba muy aburrido —respondió volviendo a observar el techo—. Ninguno de los chicos está aquí, por lo que no tengo mucha compañía, ¿y tú qué tal?
—Ahora que tengo tiempo libre estoy bien, te juro que me moría estos días —expresó, provocando una pequeña carcajada en el idol.
—¿Todo bien? —cuestionó interesado, dado que quería saber si la joven necesitaba ayuda o alguien con quien hablar, si se trataba de algo personal.
—Sí, debía hacer algunas cosas y además quedar con mis amigas —bisbiseó lo último, aunque le costó escucharlo, dado que había comenzado a bajar el tono de voz.
—¿Ha pasado algo con ellas? —intuyó.
Le había extrañado oír a Sunhee de esa manera, siempre que le decía algo de las chicas, lo hacía con ilusión y felicidad, por lo que era raro que esta vez no fuera así.
—Solo que dos de ellas se han peleado, pero se solucionara, o eso quiero creer —confesó después de un rato como si se hubiera estado pensando si contarlo o no.
—Seguro que sí. —Intentó animarla, al ver que la conversación se estaba tornando algo incómoda, decidió cambiar de tema—. ¿Me echabas de menos y por eso has querido llamarme?
Se aguantó la risa al imaginar a la joven poniendo los ojos en blanco, siempre lo hacía cuando le molestaba.
—Pues fijate que no, ni siquiera he pensado en ti ni un segundo —apuntó, seguro que con la intención de fastidiarle como él lo había hecho.
