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Desde que había acabado la gira, Felix había pasado los primeros días durmiendo y haciendo cosas que no necesitaran mucho esfuerzo. Todos habían decidido tomarse unos días libres debido al cansancio que acumulaban después de tantos vuelos, así que había aprovechado para mirar las redes sociales, jugar videojuegos o mandarse mensajes con algunos amigos, siendo Sunhee una de ellos.
Desde el concierto, no había parado de pensar en ella, en cómo se había sentido en el instante en que la volvió a ver en persona después de un tiempo y se había dado cuenta de que la había extrañado, que no era lo mismo conversar a través de una pantalla que hacerlo cara a cara.
La joven se había convertido en alguien importante para Felix. Al principio solo era una conocida con la que podía ser él mismo y no tener que pretender la imagen que se les imponía a los idols, aunque poco a poco, se había ido haciendo paso en su vida y no le molestó para nada, si no todo lo contrario.
Aún recordaba lo que había ocurrido en los MAMA, cuando fastidió todo por no contarle a la joven sobre quién era y de la forma en la que se había enterado. Le dolió el no poder hablarle durante unas semanas, se sentía mal al imaginarse que la chica creyera que no confiaba en ella. Cuando todo se había arreglado entre ellos, supuso que no tendrían la misma relación, pero él se había propuesto en que lo volviera a ser y parecía que lo había estado consiguiendo.
En esos días, en los que había tenido tanto tiempo libre, había reparado en algo, en que poco a poco había comenzado a sentir cosas por la chica. En que siempre que veía su sonrisa, él copiaba el gesto de manera inconsciente, o que se fijaba en los gestos que hacía.
Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que alguien le tocaba el brazo repetidamente, hasta que no recibió un golpe.
—¡Auch! —Se quejó, tocando el área donde le habían pegado, mientras miraba a Minho, que había sido el causante y tenía una sonrisa ladeada.
—Gracias, Minho, lo siento por molestarte —se disculpó Jiyong a la par que el cantante empezaba a salir de la cocina, haciendo un gesto, quitándole importancia—. ¿Estás bien, Felix?
—Sí, noona —afirmó sin prestar atención a lo que Jiyong había dicho, ya que estaba pensando en lo que acababa de pasar—. ¿A qué ha venido lo de Minho? —cuestionó algo confuso.
—Estuve llamándote un rato y como no contestabas, vine a ver si te pasaba algo y te encontré viendo a un punto fijo, por lo que empecé a darte unos pequeños toques —empezó a explicar teniendo toda la atención del chico—. Minho me escuchó y llegó preguntado qué pasaba. ¿De verdad estás bien? Estaba preocupada.
—Sí, seguro—respondió asintiendo— y lo siento, estaba pensando en algunas cosas y no me di cuenta de nada.
—¿Quieres hablar sobre eso? —interrogó con dulzura a la par que se sentaba en una de las sillas, seguido de Felix.
