Regulus se sentía inexplicablemente joven, sentado en el sofá de James con Potter mirándolo como si fuera un adolescente petulante al que han pillado haciendo algo que no debía.
-Estabas intentando huir-. Dijo. No era una pregunta. -¿Por qué has hecho eso? Apenas puedes mantenerte en pie, Regulus. En realidad, es peor que eso, tus miembros apenas están unidos porque mis habilidades con los hechizos curativos pueden describirse como "ingeniosas" en el mejor de los casos. Y todas tus heridas podrían estar infectadas, o malditas por lo que sabemos, ¿estás intentando morir?-.
A Regulus no se le daba muy bien leer a la gente, pero empezaba a darse cuenta de que tal vez la fama de guay que tenía James Potter durante sus años en Hogwarts era sólo una fachada. ¿Sería James Potter la madre amiga entre su pequeño grupo de alborotadores?.
-Mira, Potter. No seas tan dramático-. Contestó Regulus. -Mis heridas están cerradas, estoy bien-.
Era una tontería, por supuesto, y Regulus lo sabía. Aunque efectivamente se sentía mejor que la noche anterior -(la parte que podía recordar)-, también era consciente de que Potter tenía razón. Se sentía muy débil y le había costado mucho levantarse de la cama. Además, Regulus no sabía mucho sobre curación; desde su familia hasta sus "amigos" del colegio, la gente que le rodeaba solía centrarse más en la parte de "destruir" del espectro, pero había estado lo suficientemente cerca de las heridas como para saber que James era realista al describir sus habilidades de costura. Y, por último, lo peor, es que podía estar maldito o infectado.
En resumen, Potter tenía razón, pero no sería Regulus quien se lo dijera.
Como respuesta, James le miró con la misma expresión de estupefacción que utilizó anoche al revelar que, en realidad, había sido Regulus quien se había acercado a él y no lo contrario, como si se preguntara si Regulus se había golpeado la cabeza demasiadas veces jugando al quidditch, pero su sorpresa mezclada con furia no duró mucho. Potter dejó escapar un largo suspiro y se sentó a su lado. Demasiado cerca para el gusto de Regulus.
-Regulus, ¿qué te ha pasado? Te graduaste y nadie supo de ti durante meses... Sirius pensó... Pensamos que lo peor....-
Regulus se movió incómodo. No sólo porque tener a Potter tan cerca le hacía gracia al estómago, sino porque se refería al peor periodo de la vida de Regulus. Black no podía recordar exactamente la última noche, demonios, no podía recordar bien la última semana... Pero eso nunca lo olvidaría.
Su infancia había sido fría e implacable.
Sirius se fue cuando Regulus tenía catorce años, eso le destrozó el corazón por completo.
Regulus recibió la marca tenebrosa cuando tenía 16 años, los pocos restos de su inocencia habían desaparecido y sentía que su alma estaba manchada para siempre.
¿Pero estar con los mortífagos?.
Eso le rompió el espíritu por completo.
Era lento, un tormento siempre presente, pero lo envenenaba cada día. Regulus tenía que asistir a sus reuniones y vivir con su presencia en su casa. Nunca era libre, no podía tener un respiro, ni siquiera podía respirar sin sentir su aliento junto a su cuello. Nunca. Los horrores que le obligaban a presenciar... Serían suficientes para resquebrajar a hombres mejores.
En realidad, Regulus no hizo nada durante mucho tiempo. Lo llamaron durante su sexto año, pero como todavía estaba en Hogwarts se consideró demasiado arriesgado para él realizar cualquier tipo de misión. Lo mismo ocurrió durante su séptimo año y durante algún tiempo Regulus se permitió tontamente creer que las cosas serían siempre así. Los sacrificios que hizo, las personas que perdió, todo valía la pena porque podría mantener a su familia a salvo y seguir manteniendo su honor, podría mantener las distancias. Regulus no era una estrella brillante, no como su hermano, tal vez ni siquiera lo utilizarían.
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TO LOVE IS A GIFT
FanfictionEstaba temblando, sangrando y asustado. Había una mirada ligeramente aturdida en sus ojos, como si estuviera drogado, y parecía como si lo hubieran agredido. Entre las lesiones que James pudo identificar, su brazo derecho fue el que más llamó la ate...