Capítulo 6: Love can't be bough

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Regulus tardó 20 largos minutos en convencer a Potter de que estaba bien.

Y, por supuesto, las palabras no fueron suficientes. Potter se aseguró de mirar todas y cada una de sus heridas, dar su opinión sobre ellas y luego mirar a Regulus con cara de desaprobación. 

-Potter, deja de quejarte-. Dijo el menor. -Te agradezco tu ayuda pero tengo sitios en los que estar-.

James lo miró como si a Regulus le hubiera crecido una segunda cabeza. 

-¿Lugares en los que estar?- Soltó una larga pausa sarcástica. -¿Tú?-.

-Sí-.

-Anoche estuviste sangrando en mi cama-. 

-¡Pues está claro que ya no lo estoy!- Afirmó Black. -¿Así que puedes dejar de tratarme como un idiota indefenso?-.

James arqueó las cejas. 

-No lo estoy haciendo. Te estoy tratando como a alguien que se lesionó hace muy poco y está siendo obstinado en pasar por una recuperación segura-. Dijo. -Ya sabes, lo que hace la gente cuando se preocupa por ti-. 

Regulus no se esperaba esta respuesta y se distrajo un momento dándole a James la oportunidad perfecta para tirar de él hacia la cocina y sentarlo en una de sus sillas.

-Antes de que nos peleemos por si vas a algún sitio, ¿podrías al menos desayunar primero?-.

Incapaz de decir que no a una propuesta de comida -(Regulus se dio cuenta de repente de que sí estaba hambriento)-, negó con la cabeza y dejó escapar un largo suspiro. James le lanzó una sonrisa.

-¡Genial, te van a encantar mis tortitas!-. Y con eso volvió a cocinar y solo entonces Regulus se dio cuenta del ridículo delantal que estaba usando. De color rosa claro con pequeñas flores amarillas y una letra cursiva que decía -¡Lleva al cocinero a un partido de quidditch!-.

Regulus no estaba familiarizado con esos sentimientos que James Potter expresaba constantemente hacia él, como el cuidado y la preocupación. Y ciertamente no sabía cómo sentirse ante ellos, ante la situación en general. La gente sólo expresaba preocupación cuando la otra persona era vulnerable y carecía de ella. La preocupación era una especie de lástima.  Y no hay nada peor que alguien se compadezca de ti. Tienes que ser poderoso, Regulus. Tienes que ser temido. 

Si eres débil, no eres digno. 

Traes deshonra sobre nosotros.

Pero Regulus nunca fue lo suficientemente fuerte. No el pequeño Regulus con puños frágiles y la mitad de la altura que debería tener ahora. No, no el Regulus que lloraba sobre mariquitas muertas y dejaba que su querida mamá lo convenciera de que conseguir la Marca Tenebrosa era el mejor logro que podía conseguir para su familia. No el Regulus que vomitó las tripas después de su primera misión y decidió abandonar. 

Sirius siempre había sido lo contrario. Para él era algo natural, le salía sin esfuerzo. Durante su infancia siempre hacía lo que le daba la gana, le castigaban, a veces le maldecían, a veces le encerraban en el desván con la única compañía de las arañas y la oscuridad.

A Sirius no le importó. 

Al día siguiente allí estaba, con el mismo fuego en sus palabras, empujando el pelo de Bella y asustando a Cissy con ranas y gusanos encontrados en el jardín. No se comportaba en absoluto como debería hacerlo el heredero de la familia. Y nunca lo diría -(pero siempre era obvio)- que Walburga tenía un favorito. 

Y no era Regulus. 

Porque sólo uno entre los hermanos Black era valiente. 

Sólo uno le gritaba a ella. 

TO LOVE IS A GIFTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora