Regulus había estado leyendo cuando oyó que llamaban a la puerta. Era tarde y estaba solo en el apartamento. James había estado fuera durante todo el día, por la mañana, Potter asistió a un entrenamiento de Auror -(ya que a sus superiores no les gustó nada su última desaparición)- y por la tarde tenía asuntos de la Orden que resolver. Regulus sólo sabía todo eso porque James parecía más que feliz de contarle su día y todas las cosas que había planeado hacer durante el desayuno. Ah, eso era otra cosa, James había insistido en comer juntos. Sacó a Regulus de la cama diciéndole que era una persona tan matutina como su hermano y le hizo sentarse frente a él en la pequeña mesa de la cocina. Comieron, mientras James le contaba sus planes y cómo llevaría a la chica de la que le había hablado a Regulus ese mismo día. Regulus escuchaba todo en silencio, haciendo pequeños comentarios aquí y allá, pero a James no parecía importarle su falta de interacción adecuada.
En efecto, Regulus no era realmente una persona madrugadora, mientras que James claramente lo era. Tarareaba la melodía de una canción mientras salía.
A Regulus tampoco le sorprendieron las acciones de Potter, después de todo, por lo que podía entender, con Evans fuera y Lupin y su hermano residiendo en otro lugar, James había estado bastante solo durante algún tiempo, sin nadie con quien hablar, así que era natural que estuviera cotorreando ahora que por fin tenía algo de compañía.
Para ser sincero, a Regulus no le importaba, en absoluto. Si había alguien que entendía la soledad, ése era Regulus.
No había nada peor que estar solo, que sentirse solo incluso rodeado de otros, tener ese espacio vacío en el interior que nada parecía llenar. Y si su mera presencia y sus respuestas somnolientas en el desayuno eran suficientes para hacer que James se sintiera mejor, lo haría con gusto. Le gustaba ver a James feliz, le parecía natural.
Además, el hombre le había salvado la vida, lo menos que podía hacer era intentar llevarse bien con él.
Regulus se levantó, dejando su libro a un lado, James tenía una pequeña cantidad de piezas interesantes en el apartamento, una humilde muestra de la enorme biblioteca que Regulus estaba seguro que residía en la Mansión Potter, y se dirigió a la puerta. Mirando a través del ojo mágico, el menor de los Black reconoció inmediatamente la figura de James. Potter iba acompañado de una chica que Regulus reconoció vagamente de su época en Hogwarts. Se echó hacia atrás y alcanzó el pomo de la puerta cuando la voz de James entró en sus oídos.
-Reg, tienes que preguntar la contraseña secreta-.
La mano de Regulus se detuvo a medio camino.
Ya habían pasado por esto un par de veces. Cada vez que James iba a por la compra, por ejemplo... Y Regulus siempre decía lo mismo.
-James si no fueras tú, no me habrías recordado la contraseña secreta-.
A lo que James respondía.
-¿Y si fuera un mortífago sólo muy emocionado por usar la contraseña secreta porque es una contraseña increíble?-.
Regulus puso los ojos en blanco.
-Realmente no lo es-.
-¡Reg!- La voz de James, ligeramente ofendida, se oyó de nuevo.
-¿Podría alguno de ustedes decir la maldita contraseña?-. Su compañero se burló y James se rió.
-¡Siempre eres tan impaciente!-.
-¡Tengo cosas que hacer!- Se quejó una vez más. Regulus decidió abrir la puerta y ahorrarles a ambos el tiempo perdido.
James seguía con su uniforme de auror, la chica a su lado estaba en ropa muggle, con los brazos sosteniendo una caja negra. Era alta y delgada, de piel oscura, más oscura que la de James, y grandes ojos marrones. Cuando entraron en la casa, Regulus la observó, con su cerebro intentando captar los recuerdos de alguien que creía conocer.
ESTÁS LEYENDO
TO LOVE IS A GIFT
FanfictionEstaba temblando, sangrando y asustado. Había una mirada ligeramente aturdida en sus ojos, como si estuviera drogado, y parecía como si lo hubieran agredido. Entre las lesiones que James pudo identificar, su brazo derecho fue el que más llamó la ate...