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_ ¿Entonces? ¿Cómo llegaste acá?

Mis ojos contemplan con fijeza el movimiento mecánico de las manos ajenas, él se esfuerza por romper el pan duro sobre la bandeja en bastantes pedazos pequeños, los cuales pronto se funden en la sustancia pastosa y caliente de la sopa que le es presentada igual que todos los días, avena, con un ligero toque a hierbas que vuelve su olor más dulzón, más deseable… Un olor que difiere del insípido sabor del platillo.

Yo suelto un gruñido, que más bien asemeja a una breve y ronca risa a la par que una mueca asoma por la comisura de mis labios.

_ Gloria, plata, lo que a todo el mundo se le promete en estás circunstancias para unirse a causas como esta. Y todavía con eso la promesa no incluye gran cantidad de detalles que, si no se ocultaran desde el principio, harían que nadie quisiese unirse a esta causa, si te soy sincero.

_ Cada día es más complicado.

_ Cada día él se impacienta más.

Sus ojos bicolor me observan entre la parcial oscuridad del lugar, el frío provoca que a causa de nuestra respiración escapen pequeñas nubes de vaho de nuestros labios pausadamente. Yo aparto la mirada.

_ Sigo sin entenderte._ murmuro con cansancio. Argentina me mira.

_ No necesitas entenderme, no te pedí que lo hicieras.

_ Pero quiero hacerlo. Solo que es complicado, no actúas como alguien a quien yo pueda comprender.

_Mis acciones son de evidente motivación._ una de sus manos toma la bufanda por el borde desgastado, envolviendola mejor en torno a sus hombros para cubrirse mejor del cortante frío.

Prontamente sus manos envuelven los bordes del caliente plato metálico para empezar a llevárselo a la boca y beber de a pequeños sorbos la sopa, alguna gota traviesa se escapa por su mentón pero él rápidamente se encarga de recogerla, disfrutando de su primera comida después de 24 horas sin haber probado bocado, 00 ahora quiere ver si es capaz de coaccionarlo al tenerlo como hambre, dándole comida solamente día por medio y no todos los días. Yo suelto un suspiro, a medida que el jefe se sigue impacientando por sacarle tan simple pero valiosa información a Argentina, los castigos suelen ser peores mínimamente más prolongados, pero aún así no son capaces de quebrantar su carácter. Creo que soy el único guardia al que no a golpeado, el otro día le dislocó el hombro derecho a 08, mi compañero, tuvieron que mandarlo al médico de las instalaciones, y a Argentina lo sedaron por unas cuantas horas para hacer otra extracción, esas que parecen nunca acabar… Debemos esperar algunos días entre extracción y extracción, su cuerpo se debilita cada vez que lo hacemos, y ahora con la falta de comida diaria le cuesta más reponer fuerzas.

Y aún así, sigue sin hablar.

_ Mi familia también. En parte. Me prometieron una mejor vida también para mi familia si me unía a la causa. _ termino admitiendo con un tono cansado.

_ Lo suponía, siempre usan lo mismo. Es probable que les den una vida de reinas y reyes si seguís estando de su lado, pero seguramente también lo hagan para mantenerte callado.

Argentina me observa con fijeza por unos momentos antes de volver a beber de a sorbos la sopa de avena, usando la cuchara de madera para poder limpiar todo el fondo del plato, para así luego beber un largo sorbo del agua fría que reposa en el vaso metálico.

Suspiro pesadamente y me acomodo en mi lugar. Aún pese a mis gruesas ropas, el frío del suelo es perfectamente perceptible, me pone los pelos de punta, no sé cómo él hace para soportar tener que dormir en un suelo tan frío y duro como este. Quizás es la costumbre, tal y como él le dice. Su cuerpo sigue estando algo flaco, pero aún así bajo su piel se siguen asomando sus músculos marcados por años de deporte y ejercicio, está lleno de raspones, no soy capaz de contar cuántos moretones tiene impresos encima desde la cabeza hasta los pies, solo sé que en su cara hay dos -uno en la mejilla derecha, otro sobre la comisura izquierda de su labio que también tiene un corte enrojecido-, en su cuello se marcan los dedos que le quitaron el aire ayer en un tono rojizo y amarillento, y luego en su pecho es un doloroso despliegue de colores morados, rojos y amarillos. Su espalda se ve mucho peor, de todas formas, por eso mismo la mantiene oculta de mi, nunca se da la vuelta cuando estamos solos porque no quiere ver las heridas que ya están cicatrizando y las que apenas si tienen una costra de sangre encima. Lo sé porque lo ví durante la última extracción realizada con él sedado.

REC🔴 [C.H. ARGENTINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora