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Puedo escuchar el sonido de sus pasos tras la puerta.

El olor a humedad impacta contra mi nariz a cada inhalación, mi mejilla se siente helada contra el duro suelo de concreto mientras que el brazo que permanece bajo mi pecho se nota incomodamente entumecido. Puedo percibir como las afiladas y diminutas piedrecillas dejan marcas en mi fría piel, como si fueran espinas insistentes de las cuales no puedo - no quiero- huir.

Mis piernas entumecidas por el ya conocido frío húmedo de esta estancia apenas perciben los rasguños que en ellas se presentan de a montones. Con muchísimo cuidado logro comenzar a mover mis pies, siendo recorrido por un insoportable hormigueo hasta la base de mi columna por el adormecimiento de mis músculos.

Mierda. Esas voces...

Son irritantes.

Por la pequeña ranura entre la pesada entrada de metal y el suelo logra filtrarse un débil haz de luz blanquecina en mi dirección, sombras la entrecortan mientras sus dueños caminan de un lado a otro al compás de una acalorada discusión.

"_¿Dónde está el que le daba comida anteayer?_ gruñía esa voz aflautada.

_Lo mandaron a Comodoro, ya te dije; necesitamos más gente allá. Dejate de joder y dejame hacer el trabajo de mierda que me mandaron _ bufaba con hartazgo el segundo, su voz no sonaba tan madura como la de los otros. Era joven y masculina, acordé a su rostro que recuerdo haber visto aquella vez.

_No se si a él le guste que-_

Él me mandó a seguir el trabajo, carajo!_ terminó bufando, sus palabras fueron acompañadas del tintineo del metal."

Silencio.

El hombre se quedó en un sepulcral silencio.

Achico los ojos con desconfianza ante sus palabras; nada bueno puede salir de una declaración así. Y ciertamente nada bueno entra jamás por esa puerta.

Con renovada fuerza proveniente de un primitivo instinto de supervivencia, mi cuerpo logra ponerse en pie a pesar del hormigueo en las piernas. Envuelvo mi tórax con mis brazos en un intento de mantener el calor sobre mi cuerpo; bajo las yemas de mis dedos logró sentir la piel lastimada e hinchada por los moretones, mis costillas ligeramente se hacen notar bajo la carne. Una frialdad descomunal parece haberse apoderado de mi cuerpo desde el momento en que fui arrojado aquí abajo.

Camino arrastrando los pies y manteniendo una respiración pesada e irregular en dirección a uno de los rincones, deseoso de permanecer fuera de la vista de estos malditos lo más posible.

Tal vez, si ven que estoy demasiado cansado me dejen de en paz... ¿No?

Si me escondo... tal vez...


Ja...


Miren... miren en lo que me he convertido. Nada más que un patético insecto que corre a esconderse de sus enemigos.

¿Qué me han hecho?

¿Por qué...?

REC🔴 [C.H. ARGENTINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora