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_ Bueno, cualquier cosa me avisan. Nos vemos…

La llamada es cortada con una lentitud incómoda. Al presionar el botón rojo y apagar la pantalla de su celular, un suspiro tembloroso le escapa de entre los labios, su mirada perdida con una expresión agotada y llena de aprehensión. Aprieta el celular contra su pecho, cerrando sus ojos mientras que voltea su rostro hacia el techo, como si estuviese esperando una especie de epifanía o milagro que le enseñen la forma de poder sobrellevar la situación.

La oficina es bañada por la luz de un foco en el techo y una lámpara sobre el escritorio, que se encuentra repleto de papeles y carpetas con etiquetas y señaladores de distintos colores. Deja el celular sobre el escritorio con la pantalla hacia abajo, para así poder volver a dirigir la mirada hacia los documentos, confusos e inacabables; afuera la tormenta retumba fuertemente sobre la ciudad, los rayos iluminan fugazmente de vez en cuando la estancia a través del ventanal sin cortinas, haciendo que todo tenga un aura más espeluznante.

Está terriblemente agotado. Lleva días durmiendo muy mal, con pesadillas o simplemente insomnios que están decididos a no abandonar su cansada mente, pensamientos intrusivos y recuerdos que drenan todas sus energías y las ganas de levantarse de la cama todas las mañanas con la intención de continuar con la misma rutina cada día. Desde que Argentina no está, todas sus responsabilidades fueron divididas en las provincias, o en algunas al menos, las que se mostraron más capacitadas física y mentalmente para poder sobrellevar el peso de las responsabilidades de un país, aunque con limitaciones en los excepcionarios casos en los que solo un país puede actuar en representación de sí mismo y esta condición no puede ser delegada a otra persona. Tampoco tienen acceso, obviamente, a ningún derecho personal de Argentina, no pueden intervenir su patrimonio más allá del reclamo del cheque y la autorización firmada que les dejó hace meses para poder manipular su cuenta de ahorros para sustentarse personalmente, en la cual se contaban, aproximadamente, unos 3.500.000 de pesos acumulados a lo largo de los años. Cuando hablaron con su contador, este les dijo que Argentina solía guardar un 40% de su sueldo todos los meses para ahorros, y teniendo en cuenta que el otro 60% se dividía en inversiones, comida, servicios, compras adicionales y también préstamos para sus provincias, resulta ser una cantidad bastante sorprendente. Se dividieron el dinero que pudieron tomar como pudieron en base a las necesidades de cada uno, como una especie de coparticipación cerrada entre ellos sólo para sus asuntos personales, y lograron hacer que funcione; aunque no sin la culpa carcomiendolos por dentro.

Lastimosamente, el dinero ya se les ha acabado.

Pasa sus manos por su rostro, luego entrelaza los dedos en su cabello y tira un poco de los mechones bicolor, apretando con fuerza sus dientes mientras que siente otra oleada de impotencia. Todo es difícil en estos días, hasta el simple hecho de respirar le hace sentir una culpa tan aplastante como una gran roca sobre sus hombros; el no saber dónde está Argentina, cómo está, con quién, es algo que le persigue hasta en sueños, es su primer pensamiento cuando despierta, y el último antes de irse a dormir. La incertidumbre es un tormento que mantiene un nudo en su garganta en todo momento, y la culpa le destruye desde el interior, rasguñando su pecho y gruñendo palabras venenosas a su oído; “¿Por qué no lo ayudaste cuando más lo necesitaba?”; “¿Por qué lo culpaste?”; “Ustedes lo destrozaron, ustedes drenaron su energía día con día hasta que ya no le quedaba nada, hasta que lo convirtieron en una sombra. No lo ayudaron, putos cobardes”; “Él está solo, solo, porque su familia no quiso ver qué necesitaba ayuda”; “Todo es tu culpa, tu culpa, TU culpa”. Esa voz insoportable en su cabeza repite una y otra vez ese veneno que confunde sus ideas y hace encoger su corazón en su pecho.

Se siente absolutamente miserable. Inútil. Sentado ahora en su escritorio, mientras que su familiar está desaparecido hace meses, mientras que no se sabe si está vivo o muerto, después de haber estado en claro sufrimiento por más tiempo del que había sido capaz de admitir bajo las presiones constantes de sus exigentes provincias que no supieron ver cuánto lo estaba intentando.

REC🔴 [C.H. ARGENTINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora