El tiempo

302 55 17
                                    

Samantha:

El tiempo lo cura todo, para mi esa frase no tenía sentido, el tiempo no había sanado el dolor que sentía cuando me imaginaba aquella noche de junio en la que nos dijimos adiós, cinco años habían pasado y mi corazón aún se entristecia cuando pensaba en ella, por eso trataba de no hacerlo.

Quizás no era el tiempo en sí, quizás era yo la que quería aferrarse a ese recuerdo y mantenerlo fresco en mi memoria para no caer nuevamente en el error de amarlo.

Sus palabras bajo la lluvia habían quitado un poco del peso que llevaba cargado tanto tiempo, me di cuenta de que no estaba tan confundida cuando le entregué mi corazón sin dudarlo. Pero también me habían servido para saber que yo merecía algo mejor, no un amor a medias y sobre todo no merezco amar a alguien que está compartiendo su vida con otra persona.

Esa tarde los engranajes de mi cabeza comenzaron a moverse después de mucho tiempo, me vestí como una diosa y salí con mi mejor amiga a bailar, sin exceso de alcohol, sin chicos que robaran suspiros, solo ella y yo bailando cada una de las canciones que el DJ tocaba, estaba en total libertad.

Tenia dos opciones, deprimirme por un amor que anhelaba y no ocurrió o pensar por una vez en mí y hacer lo que realmente me hacía feliz. Me escogí a mi.

Había estado sola por mucho tiempo, después de Caleb no tenía fe en las relaciones, dejándolas a un lado. Pero... ¿Sabía estar sola en realidad?

La respuesta es un inmenso NO, no lo sabia o al menos no lo disfrutaba. No me amaba lo suficiente como para hacerlo, así que en estas semanas aprendí a quererme de nuevo, no es una tarea fácil, por Dios no, pero hoy estoy orgullosa al decir que lo hago mucho más.

Caleb y yo manteníamos una relación profesional viéndonos al menos dos veces por semanas, las cosas habían mejorado y ahora éramos algo así como amigos que no hablaban mucho de su vida personal.

Mis días se habían reducido a escribir, básicamente. Tenia la inspiración a flor de piel debido a lo ligera que ahora me sentía, suena tonto, lo sé, pero es la pura verdad.

Levanto la vista de mi bebida cuando siento que alguien toma asiento en mi mesa pues estoy sentada escribiendo en el café que se encuentra frente a la editorial.

— Samantha.

— Felice. — correspondo su saludo.

— Necesito hablar contigo.

¿Qué podrá hablar conmigo esta mujer?

— Te escucho. — acepto dejando el café a un lado.

— Quiero que te alejes de mi futuro esposo. — suelta sin muchos contratiempos con voz demandante.

— ¿Perdona? — pregunto totalmente anonadada.

— Creo que hablo suficientemente claro querida. — comenta con desprecio. — Lo digo por ti, somos mujeres y entre nosotras debemos ayudarnos.

Emito una carcajada ante su hipócrita discurso feminista.

— ¿En qué me ayuda a mi alejarme de Caleb? — pregunto calmada.

Estas escenitas me parecen realmente patéticas, sobre todo cuando no hay motivos para hacerlas pues como he dicho antes entre el y yo solo hay una relación profesional que se resume a terminar los percances de mi libro.

— En que la sociedad no vea lo ramera que eres coqueteando con hombres que claramente no son tuyos. — continúa irónica. — Das vergüenza.

Me carcajeo totalmente sorprendida y ¿Por qué no?, algo molesta.

Caleb (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora