Utopía

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Cuando era pequeña mi tía Victoria me dijo que el amor era utópico, tenía diez años por lo que no entendía lo que decía, ni siquiera tenía una idea de lo que significaba esa palabra.

Hoy lo entiendo.

Sus palabras literales fueron:

...Mi querida Samantha, a veces nos aferramos tanto a algo que no existe sin medir las consecuencias que esto conlleva, pensamos que sabemos lo que hacemos, tenemos la certeza absoluta de que nada nos lastimará y ese es nuestro primer error.
Recuerda mi niña que los esfuerzos no siempre se ven retribuidos y que el amor, aún cuando se entrega por completo no tiene la obligación de ser correspondido. El amor es una utopía y no todos somos capaces de encontrarlo en la persona que anhelamos. No te desanimes, pronto llegará tu momento, todos tenemos el nuestro...

Me había entregado una carta que guardaba con devoción. Días después la tía falleció pero sus palabras quedaron en mi mente para siempre.

No podía evitar recordarlo en estos momentos. No estaba enamorada pero lo que sentía por él me hacía replantearme ese detalle a cada instante.

¿Es posible enamorarse a primera vista?

No lo amaba, tampoco lo quería, pero esto que latía en mi pecho cada vez que lo veía... las mariposas constantes que sacudían mi estómago cuando su mirada se cruzaba con la mía... me tenían desconcertada.

Habían pasado dos días desde la tarde en la que fuimos castigados, dos días en los que nos conocimos aún más, dos días en los que pude deleitarme de su compañía y anécdotas.

Días en los que hablamos de la historia de amor de sus padres y me imaginé en futuro irreal deseando tenerla.

Mis ganas por él no habían desistido, al contrario aumentaban.

Entonces, ¿Y si las ilusiones que mi mente recreaba no eran más que eso?, ilusiones

¿Y si los pequeños gestos que sentía de su parte no eran más que los pensamientos de una chica ilusionada?

Mirándolo desde la lejanía, observando sus cejas uniéndose en un gesto concentrado mientras lee los títulos de los libros para posteriormente colocarlos en las estanterías no podía saberlo.

— ¿Por qué me miras así?— pregunta frunciendo el ceño.

Doy un saltito al escuchar su voz.

— ¿Así como?— pregunto nerviosa.

— No lo sé, pero estabas muy seria.— levanta una de sus cejas.

— Estaba perdida en la nada, pensando... — Alza las cejas como esperando una explicación. — En mi perro.

¿En serio, no tenías nada mejor que decir? Ni siquiera tengo perro.

— ¿Qué tiene?— pregunta.

— ¿Quién?

— Tu perro.

Ay Dios, soy pésima para las mentiras.

— Se murió, esta muy muerto, muerto y enterrado, el pobre. — hablo rápido.

Caleb me mira horrorizado y confundido. Es que soy pésima para esto.

Tierra tragarme y escupeme en Hawái.

— Pues lo siento mucho.

— No te preocupes. — me sentía mal por mentirle pero la otra opción era decirle:

-Oye Caleb, estaba pensando en ti, ah y otra cosa tengo pensamientos impuros sobre ti.

‐ ¿Pero, qué tan impuros Samantha?-preguntaria él.

Caleb (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora