La chica torpe del pasillo

501 77 33
                                    

Caleb.

No sé que estoy haciendo. Parezco un loco mirando fijamente la ventana de Samantha por más de media hora. Ya la he visto cantar imaginando que su cepillo es un micrófono, la he visto hablar por teléfono riendose como una poseída y justo ahora lleva una mascarilla verde en la cara y el pelo hacia atrás con un lazo gigante rosa que parece de peluche mientras lee un libro.

Es adorable, y yo ya me considero un acosador. Obviamente no me paso todas las noches mirando su habitación como Adan Levine en el video da animal, simplemente... digamos que estoy encontrando las fuerzas para acabar de hacer lo que vine a hacer.

Las cosas con Gema habían terminado bien, era una gran amiga y la apreciaba mucho pero tanto ella como yo sabíamos que lo nuestro solo era una forma de pasar el tiempo. Las cosas habían quedado claras desde el primer día, los dos eramos consientes de adónde iban mis pensamientos.

Es curioso... siempre lo he tenido claro pero nunca lo expuse abiertamente.

Samantha, la chica torpe del pasillo.

Nuestro primer encuentro fue un tanto desastroso, recuerdo recoger sus libros como una tonta película romántica de los noventa. Pero no fue eso lo que me impresionó.

Fueron sus ojos los que en realidad me trasmitieron tantas palabras no dichas. No tengo explicación para ese momento, es decir no eran azules ni verdes, no eran grises eran los de ella.

Transmitían tanto, una mirada cargada de ingenuidad y dulzura. Asumo que lanzarle un balón a la cabeza no era la mejor opción pero poniendo las cartas sobre la mesa admito que fue lo único que se me ocurrió.

No soy como mi padre; un libro abierto y sin tapujos que no teme pedirle a la chica que le gusta salir. Mamá me cuanta las historias y dudo que algo así me pase a mi. Los tiempos han cambiado y creo que ahora no todos ponemos nuestro corazón en riesgo. Mamá se ríe cuando tía Hannah le dice que los chicos de ahora somos un conjunto de desastre que teme enamorarse y solo queremos ratos de diversión.

Ella le contesta ¿Nosotros no fuimos de esos? Siempre tendremos miedo a que nos lastimen Caleb, pero sin riesgo y dolor tampoco hay victoria.

No quiero que me lastimen, no quiero andar triste cuando todo se vaya a la mierda y me ponga en plan depresivo como los chicos de las películas.

Una fuerza superior me atrae hacia ella y se que... aunque lo haga... aunque me parta el corazón en dos el sufrimiento valdrá la pena.

Vale la pena arriesgarse a salir lastimado a no hacer lo que ya es inevitable.

Quiero besarla, quiero acurrucar mi cabeza en su regazo mientras lee cerca de la ventana.

Joder... hasta quiero usar las tontas mascarillas con ella.

Definitivamente estoy mal.

Tiro el cigarrillo a un lado de la calle conteniendo el humo sin quitar la vista de la ventana. Expulso cerrando los ojos y acto seguido me llevó una menta a la boca.

Estoy nervioso, lo acepto para mis adentros. Tengo dieciocho años, los brazos llenos de tatuajes y estoy nervioso porque estoy a nada de verla.

Ya no hay marcha atrás.

Samantha

Dejo el libro a un lado para tomar mi teléfono, no tengo ninguna notificación desde la llamada con Amie y eso es algo triste por lo que lo dejo en el tocador.

Regreso al espejo para mirarme otra vez, hoy es viernes y tras un día tan largo suelo hacerme una noche de Spa.

Libros, mascarillas y música ¿Hay algo mejor que eso?

Caleb (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora