Aquí tocaremos la parte interna del escape, ya la cosa se va armando.
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Desde el desastre en los laboratorios, las cosas se le iban de las manos, era la científica en jefe ¿Cómo era posible que en esos momentos no pudiesen controlarlo? Obviamente era una pregunta retórica, tenían a un espécimen único en su clase, que solo aparecía una vez cada quién sabe cuánto, podrían pasar uno, dos hasta mil años sin aparecer, y ahora que la tenían, después de tanto tiempo en el que su maestro la instruyó, llenando sus oídos de historias y su corazón de ilusiones, ahora que ese sueño era realidad y podrían llegar a la cúspide de su investigación, su macho experimental caía preso del descontrol, obsesionado con la hembra, deseoso de forzar su voluntad y reclamarla para él, porque era distinto, él mismo era distinto, desarrollaba su propia consciencia, pero no era una similar a la de la mujer con la que estaba relacionado, oh no, era como ser su contraparte, quería derrotarla, someterla, reproducirse con ella inclusive la forzaría de ser necesario, pero ya no resistía el impulso, razón por la que su "madre" o mejor dicho creadora, ya no podía con él, los somníferos ya no funcionaban, he inclusive había ingerido una cantidad impensable de esteroides; se había convertido en una máquina de matar imparable, por lo que habían inyectado a algunos sintéticos más con tal de que se controlara, pero no era posible, o actuaban como él o morían a los pocos minutos.
Se sujetó la cabeza totalmente frustrada, no solo se le había escapado el más peligroso de todos sus sintéticos, sino que también los originales se habían escapado, no era un secreto que esa mujer estaría planeando un escape, pero parecía ser que lo había estado planeando demasiado bien.
- Doctora Zurik, localizamos al número 1000, y también hemos dado con algunos originales, pero la hembra alfa sigue desaparecida junto con otros quince.
- ¡Maldita sea! -Golpeó la pared enojada, había pocas opciones, pero debían recurrir a ellas, era todo o nada.
Por otra parte, el grupo mencionado se movía con cautela, principalmente gracias a Willa, encontraron pasajes ocultos, o mejor dicho, pasillos olvidados por su mala historia, además de algunos conductos de ventilación convenientemente espaciosos, que en realidad esto era por la necesaria temperatura constantemente baja del lugar; por suerte durante su niñez, la callada mujer había tenido la oportunidad de rondar por el sitio, conociendo estos pasillos y la historia que ocultaban unos pocos, inicialmente creía que era una estupidez, pero ahora era una ayuda indispensable. Una vez calmados todos con un par de gritos, decidieron moverse en grupos, unos asegurarían la zona, otros investigarían dentro mientras que tres pequeños grupos lo hacían fuera; todo indicaba que el desastre se estaba extendiendo a las otras sedes de los laboratorios, y que claramente la cosa se iba a poner fea.
Indispuesta a dejar de lado a sus padres, mientras los demás se movían, Butsu iría sola, a pesar de que Dinora había insistido en acompañarla, ella le había encomendado una labor que creía más importante, quedarse al mando junto con los ancianos y los niños más pequeños, debían asegurarlos a todos, y necesitarían gente joven para defenderse correctamente, después de todo no era fácil ser viejo y más encima cuidando niños, claramente era necesario que se quedara, además de que sería más sencillo si iba una para que volvieran tres, no iba a dejar a ninguno atrás, cueste lo que cueste, mucho menos ahora, se habían encontrado y no iba a desperdiciar esta oportunidad.
Se movió sigilosamente por los conductos, arrastrándose en el limitado espacio, guiándose por los sonidos y su limitada memoria del trayecto, porque si de imagen hablaba, eso iba a estar difícil, casi todo lo que podía ver era los mismos pasillos pero con diferentes muertos. Afortunadamente la vida le sonrió, logrando dar con el cuarto que buscaba; sus progenitores se encontraban en una situación diferente que cuando los conoció, ahora estaban libres, notablemente golpeados y con algunos muertos a su alrededor, además de que se veían múltiples manchas de sangre roja y fluorescente en el piso; golpeó la rendija unas cuantas veces hasta tirarla, captando su atención, se asomó por el espacio, viendo sus rostros iluminarse, su niña había llegado, aunque ellos planeaban ir a buscarla una vez estuvieran mejor.
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Soy como tú (Katakuri X OC)
Diversos¿Dónde estuviste toda mi vida? Después de la tormenta viene la calma, o quizás... el amor.