Capítulo 10

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Dante

Abandono la habitación donde me encontraba con Diana y desciendo rápidamente por las escaleras del edificio, llego a la planta baja y cruzo la calle con la misma velocidad.

Me escabullo por uno de los callejones aledaños al recinto donde se encuentra el hombre al que busco y me fundo con la oscuridad evitando ser descubierto por los centinelas, solo puedo escuchar el sonido de mi respiración y la de Diana al otro lado del auricular.

Siempre se me dieron bien este tipo de misiones donde puedo colarme sigilosamente con la destreza de un felino en un lugar, y matar a todo el que se me ponga por delante a lo maldita sea.

<También son mis favoritas>

El callejón me lleva directo hacia otra calle sin darme ninguna puerta de entrada al lugar al que bordea, por lo que solo me queda una opción y es escalar.

Retrocedo algunos pasos, tomo impulso suficiente para correr hasta la pared de la estructura y saltar sobre esta para poner un pie y usarlo como apoyo que me impulsa permitiéndome poner las manos en el borde superior del muro.

Colgado en el aire levanto una pierna hasta poner también el pie en el borde del muro y empujar mi cuerpo completo hacia arriba.

Amortiguo mis pasos para no hacer ningún tipo de ruido y con un puñal en mi mano diestra avanzo agachado sigilosamente por la terraza descubierta.

Encuentro mi primera víctima de espaldas a mí observando la calle por donde acabo de cruzar y lo degollo con un rápido movimiento, aguanto su cuerpo antes de caer para suavizar el sonido del desplome.

Si tuviera que describir mis malos hábitos a la hora de quitarle la vida a alguien podría desviarme por dos vertientes.

Por un lado una muerte rápida pero no por eso menos dolorosa al cortarles la garganta, y por otro lado una de mis favoritas cuando estoy de mal humor o la persona me da batalla que es rajarle el abdomen.

Esas son mis formas favoritas, lo cual no quiere decir que utilice otras, depende de que tanto me encuentre inspirado para la ocasión.

—Hay otro más al doblar la esquina—

Siento la voz de mi acompañante en el auricular y siguiendo sus indicaciones doy un pequeño salto al doblar la esquina, y ruedo por el suelo quedando frente al guardia al que le tapo la boca y apuñalo en el cuello.

No hay tiempo que perder y no me puedo dar el lujo de que alguno viva más tiempo del que le corresponde y me delate, razón por la cual voy a por el cuello y las cuerdas vocales.

—Despejado—me informa.

Abro una de las pequeñas ventanas que se encuentra en la pared de la terraza y me cuelo dentro, los pasillos se encuentran a oscuras lo cual es una ventaja para mí.

Camino rápidamente a través de estos mirando mi retaguardia cada 5 segundos y haciendo lo posible por agudizar mis sentidos.

Al ser un recinto de tres plantas apuesto todo a que mi presa se encuentra en la última y hacia allí me dirijo.

Llego hasta el pasillo que me lleva a las escaleras que llevan a todas las plantas del lugar y se encuentra custodiada por otro guardia que está dormitando al cual le arrojo el cuchillo en dirección al cuello.

Paso por su lado recuperando mi arma y subo hasta la tercera planta donde solo hay un pasillo y al final dos puertas.

Antes de ordenarle a mi cuerpo que avance un pitido ensordecedor sale del auricular y lo retiro abruptamente de mi oído.

Hermandad De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora