Capítulo 12

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Dante

Mi pecho sube y baja velozmente causa del sofoco provocado por el esfuerzo físico, mi ritmo cardíaco está acelerado y mi respiración descontrolada, al tiempo que Diana grita por el placer que le causa el orgasmo que le provoco y me dejo ir junto con ella.

Vacío todo el contenido en su interior y me acuesto en el piso frio a su lado mirando el cielo nocturno que nos cubre.

<Estuvo fantástico>

Podría haber jurado que Diana es la típica niña fresa que se cree superior por tener dinero y mala por pertenecer a una familia de la mafia, pero en su lugar me encuentro con un cuerpo pecaminoso y una bestia sexual en potencia <es una puta diosa del sexo>

Ahora mismo no doy para pensar en otra cosa que no sea clavarme de nuevo en su vagina tan hondo que cuando se la saque va a sentir que le falta un órgano vital.

Miro de reojo para captarla con mi vista periférica y ella se acomoda el juego de baño, y se levanta para recoger y ponerse el albornos con el que cubre su pecaminoso cuerpo<por dios>.

—¿Te vas tan pronto?—pregunto.

—Suficiente por hoy—dice mientras se acomoda la prenda y gira la cabeza en mi dirección—si quieres más puedes continuar tu solo.

Su comentario me causa gracia.

Precisamente decirme eso a mí, a Dante, que con silbar una vez tengo más de cien mujeres tirándose en paracaídas sobre mí<ridícula>.

—¿Dije algo gracioso?—rechista enfocando su atención en mí.

—¿Qué más gracioso que el hecho que creas que te necesito para satisfacerme?—la desafío—mi mano es más complaciente que tú.

Aprieta los puños y me mira con ira.

<No niego que está de lo mejor y aunque he hecho y deshecho posiblemente esté entre las mejores que me he follado, pero si dejo que se lo crea después no puedo controlar la situación>

—Habérmelo dicho antes de empezar—se irrita.

—Tenía que probar el producto para poderlo criticar—contesto y creo que esta vez me pasé de patán—pero no está del todo mal, estate tranquila.

—Espero que lo hallas disfrutado—me sonríe—porque en tu asquerosa vida vuelves a tocar algo tan bueno como yo.

Se tira el pelo hacia atrás con una mano en un gesto de superioridad y con el mismo impulso se da la vuelta y emprende la marcha.

—Ahhhhhhhh, se me olvidaba—se voltea—no sé si tu mano sea más complaciente que yo, pero definitivamente es más complaciente que tú.

<Patadas de ahogado>

Sigue su camino y desaparece entre los pasillos que llevan a la mansión.

¿Qué no la vuelvo a tocar dice?, jajajajaja.

Me gustó demasiado como para no querer repetición y a ella también, pude verlo en su rostro cuando solo con sus ojos me pedía más y más.

Vas a ser mía muchas veces más Diana, solo que aún no lo sabes y yo te lo voy a demostrar.

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—Buenos días señor—

Saluda Antonella.

Ya han pasado dos días desde el incidente que tuve con Diana pero aun siento como mi cuerpo está extremadamente complacido, y a pesar de la férrea erección matutina que me acompaña y Antonella mira deseosa, no tengo el menor atisbo de ganas de complacerla.

Hermandad De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora