Capítulo 11

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Diana

Después de medio día de casi ignorar a Dante estoy sentada en el cómodo sillón de su jet, intentando mentalizar y procesar todo lo ocurrido en las últimas 48 horas.

<Ha sido demasiada adrenalina para mi corazón>

En vez de estar tranquilamente protegida en una playa paradisiaca como cualquier persona normal, me arrastran a una odisea donde casi me matan dos veces y tal vez me hubieran hasta violado, quien sabe.

Dante está sentado en el sillón frente a mí observándome.

Y yo finjo estar dormida como de costumbre, no quiero entablar ninguna conversación ni tener que dar explicaciones de mis actos.

Después de un rato mis parpados se van sintiendo cada vez más pesados hasta que me sumerjo en un sueño profundo.

No vayas a jugar muy lejos.

Dice mi mamá que está parada al lado del abuelo recibiendo a los jefes de los clanes más importantes de Japón que van arribando poco a poco.

Es plena primavera y estamos en la fiesta que ofrece mi abuelo cada año donde reúne a sus principales cabecillas.

Las hojas de los árboles de cerezo que adornan el jardín y están en plena floración caen por todos lados, dando un espectáculo único a la vista.

Corro por todo el lugar con los niños que vinieron junto a sus padres, los hijos de los empleados también están presentes, en especial mi amiga Mei.

El kimono tradicional me estorba un poco pero no es un impedimento para realizar todas mis travesuras.

Corro, salto y me divierto como me gusta siempre que estamos en la casa de campo del papa de mi mamá.

Espérame—

Me dice Mei que es un poco lenta y no puede mantenerme el paso.

Estamos jugando al escondido y es un juego donde no es muy buena, pero yo sí, y por eso busco uno de mis lugares favoritos que es debajo de la mesa que se encuentra detrás del gran telón que muestra el símbolo del clan del abuelo.

<Aquí nunca podrán encontrarme>

Me siento en el césped bajo mis pies y llevo las rodillas a mi pecho, esperando pacientemente a que se den por vencidos al no poder encontrarme.

Pasan unos minutos y sigo allí en la misma posición< ya estoy comenzando a aburrirme>

La música tradicional japonesa suena por todo el lugar al igual que siempre, hasta que de momento se ve interrumpida por una ráfaga de sonidos fuertes parecidos a explosiones que me hacen llevarme las manos a los oídos.

Presa del pánico llevo las manos a mis orejas, y las cubro para protegerme del bullicio causando por las detonaciones y de la gente que empieza a correr descontrolada alrededor.

Me quedo allí, en silencio, con miedo siquiera de respirar y observando fijamente el color rojo que ahora se ha apoderado del blanco que antes predominaba en el gran telón.

La gente se aquieta, el sonido cesa, y lo único que alcanzo a escuchar cuando retiro mis manos son los alaridos provenientes de una persona que está: ¿llorando?

Salgo de mi escondite y camino en dirección al último lugar donde vi a mamá, pero no la encuentro.

Solo veo un círculo de hombres vestidos de negro que rodean a la persona que está llorando.

Hermandad De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora