Capítulo 18

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Cada día las clases son mejores, y no es porque Zayn no esté. Le echo de menos, sí, pero me las paso con Stan y me encanta reírme con él. Le han cambiado a mi clase por una petición del director, ya que yo doy varias clases en otros idiomas y creen que es apto.

Ahora nos sentamos juntos y pasamos los recreos uno al lado del otro, sentados en el banco, justo como ahora.

Sinceramente,  me he intentado fijar en chicas y en chicos, a ver cual son los que me gustan. Y aunque siempre miro a chicas, me encanta pasar tiempo con Stan, hablar con él, decir tonterías, ver la foto que tiene en su perfil de Whatsapp…en fin, no lo saco de mi cabeza.

Y tengo miedo.

No sé como decírselo a mi madre y a mis hermanas, ¿me aceptarán? Es complicado pensar en cómo tu vida puede cambiar en un solo momento, una tontería que propongas o como la gente puede hacer que esta cambie en un abrir y cerrar de ojos. Parecido a cuando la gente se conoce por las redes sociales, por whatsapp o como sea, si estaban destinados a amarse, se encontrarán de la manera que sea. Yo ahora estoy agradecido y a la vez asustado de las consecuencias que ha traído que Trisha tenga su casa como apartamento para jóvenes. Si eso no hubiera sido así, yo estaría ahora mismo con Zayn, y no comiéndome la cabeza junto a Stan, un frío miércoles de diciembre.

-¿Qué piensas tanto, Lou?

Mierda.

-Lo siento…yo solo…déjalo.

-Ey, somos amigos, ¿no?

Solo amigos…

-Sí, supongo.

-Supones bien porque si eres mi amigo y me preocupas.

Mi corazón acaba de dar un vuelco gigante y unas cosquillas han aparecido en mi vientre, ¡le preocupo! Ay dios…

-Stan, yo…

Se acerca a mí, con las rodillas en el banco y me agarra la cara con ambas manos –Vamos, Lou. Confía en mí.

-Cr-creo que…no quiero arruinar nuestra amistad. –Me levanto y salgo corriendo hacia el baño. Me encierro en este y rompo a llorar. ¿Qué me pasa? Yo no soy de llorar.

Unos golpes suenan en la puerta.

-¡LOU! Abre, por favor…

Eso ha sonado como un ruego.

Me seco las lágrimas, tragándome mis miedos y le abro la puerta. Quedan diez minutos de recreo.

Él corre a abrazarme pero yo no le devuelvo el abrazo –Vamos, Lou… -susurra –no me vendría mal un abrazo tuyo…

-Stan, yo…lo siento mucho. No debería haber salido corriendo, perdóname, por favor.

-Si lo hago, ¿me dices que te pasa?

Estoy entre la espada en la pared. Si no le digo, seguramente se enfade y no venga a mi fiesta del sábado. Aparte que dejaría de ser mi amigo porque no “confiaría” en él. Aunque es lo que más hago ahora mismo. Si le cuento que me gusta…puede que se separe de mí para siempre. O puede que…no no creo que él quiera algo con alguien como yo.

-Te lo suplico, Louis.

Le miro a los ojos por primera vez en todo el rato y veo que está llorando, al igual que yo. Le abrazo fuerte y me doy el capricho de mojar su camiseta con mis lágrimas y él se mueve lentamente, de un lado a otro, para tranquilizarme.

-No sé cómo decirlo…

Él niega –No digas nada. Creo que tus ojos hablan por sí solos…cielo.

Noto unos suaves labios moviéndose junto a los míos, al compás de un vals que está siendo interpretado solo para nosotros, en los recovecos que guarda la mente, solamente para ocasiones especiales. Siento como estoy cayendo por sus ojos aunque él no lo hubiera sabido hasta ahora, o puede que ni siquiera lo sepa. Solo quiero que me bese como quiero ser amado.

Get out the way. [Destino II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora