En un intento por cambiar de aires y salir de su zona de confort, Marinette decide visitar a su tía en Londres por todo el mes de noviembre a pesar de saber que es una mujer un tanto especial.
Sin embargo, antes de siquiera empezar, aquel intento d...
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Día 06 » Orgullo «
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Félix realmente iba a extrañar esto, aunque no lo fuera a admitir en voz alta y mucho menos frente a Marinette. Era lo suficientemente orgulloso como para admitirlo.
Iba a extrañar esas tardes de ocio —las cuales las dedicaba antes a la lectura— en las que salía con Marinette a recorrer Londres mientras él le narraba la historia antigua de su país y ella, inocentemente, se distraía con cualquier cosa y terminaba sin haber escuchado algo de lo que dijo. O tardes como las de ahora, en las que solo permanecían en su departamento viendo películas o jugando juegos de mesa o haciendo postres.
Era realmente ameno estar con ella. Se sentía cálido y feliz, a pesar que a veces se les salía alguna que otra riña tonta cuando comenzaba a fastidiarla.
Félix dejó de prestarle atención a la película en su televisor para ver a Marinette. La chica, a diferencia de él, estaba atenta a cada escena que se desarrollaba en su delante mientras comía palomitas de maíz y hacía gestos ante cada acción de los personajes. Félix sonrió ante la vista. El cariño terminó asentándose en su pecho y suspiró, sabiendo que era mejor decirle ahora antes ella se entere de otra manera.
Agarró el control y puso pausa a la película, y Marinette, que hasta ese momento no le había dirigido la mirada, volteó a verlo con el ceño fruncido.
—¿Qué pasa? —ella preguntó bajito, como si estuvieran en el cine—. ¿Por qué lo has detenido?
—Tengo que decirte algo —Félix confesó, y de pronto sintió que estaba haciendo mucho drama, pues no era realmente algo del otro mundo.
Marinette, en cambio, se puso más seria al ver la expresión de preocupación en Félix, y asintió con la cabeza, dándole a entender que podía seguir.
—Uh, bueno, no es nada en realidad —resopló—. Solo que... mañana regreso a clases, es todo —susurró, y vio cómo Marinette se le quedaba viendo unos segundos antes de parpadear.
—Es verdad... tú ya cursas la universidad —se quedaron sin decir nada, sumidos en un silencio que se estaba volviendo tenso con el pasar de los minutos—. Así que mañana regresas —repitió—. ¿Qué estás estudiando?
