En un intento por cambiar de aires y salir de su zona de confort, Marinette decide visitar a su tía en Londres por todo el mes de noviembre a pesar de saber que es una mujer un tanto especial.
Sin embargo, antes de siquiera empezar, aquel intento d...
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Día 23 » Puente «
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Tres días fue lo que Félix y Marinette necesitaron para arreglar bien sus horarios y tiempos y lograr verse al menos media hora al día antes de que los talleres de Félix empezaran.
Después de eso, cenaban en el departamento de Félix y pasaban el rato hasta que les entre el sueño —usualmente caía primero Marinette, y ya eran más de tres veces las que Félix tenía que llevarla cargada hasta el cuarto de ella, ya que Marinette tenía el sueño tan pesado que ni siquiera era capaz de abrir los ojos—.
En este momento, Félix almorzaba lo más rápido que podía en la mansión de su madre, quien se quedó boquiabierta al ver a su hijo embutirse con desespero.
—¿Hay alguna razón por la que andes tan apurado, mi príncipe? —preguntó ella, llevándose a la boca recién su tercer bocado. Félix negó con la cabeza, distraído por andar tecleando en su celular—. ¿Qué pasa, entonces? Aún faltan dos horas para que vayas a tu taller.
—Uh, saldré —dijo bajito, como si fuera un secreto. Vio a Amelie parpadear dos veces antes de levantar la ceja de manera interrogatoria, y Félix deseó que Marinette llegara en ese mismo instante para salvarlo.
—¿Puedo saber con quién? —Amelie realmente estaba interesada. Últimamente Félix ya no se quedaba a cenar. Llegaba a saludarla, charlar un poco y salía pitando en dirección a su edificio. Además, su hijo siempre había rechazado las salidas que tenía con Claude o su grupo de amigos para quedarse con ella en la mansión, y pocas eran las veces que los invitaba a pasar a su hogar. Al menos así había sido desde que decidió independizarse. ¿Quién tendría ese poder sobre él para hacerlo volar de su lado?
—Es... complicado, supongo —el rubio susurró removiéndose el cabello, y la mayor no necesitó nada más para confirmar que se trataba de una chica. Sin embargo, ¿quétipo de chica sería? Su lado racional confió en la elección de su hijo, y en que ella tenía que ser excepcional si es que tenía a Félix de ese modo.
—Entiendo —fue lo único que dijo. Tratando de recordar a las chicas que había visto con su hijo en la universidad o a alguna amiga cercana.
Y entonces, un dulce y sonriente rostro cruzó por su mente. Unas tiernas coletitas azabaches y ojitos azules terriblemente arrebatadores.
