Madrugada de domingo. El cielo se cae a pedazos con semejante tormenta. Caminaba sin prisa, los stiletos azabache son difíciles de controlar en las calles anegadas. Viste una falda tan pequeña que a cualquiera cortaría la respiración. El outfit se completa con medias de red negras, portaligas, un brassier de encaje negro cubierto por un gabán del mismo color... ¿y más allá de la falda? Pues... pues nada mas que las tierras propias de Venus... Femme fatal... siempre habia fantaseado con esa escena: su propia pelicula para adultos proyectada una y mil veces en su cabeza, pero jamás llevada a la realidad... hasta que apareció él: el artífice de su nueva vida... de su verdadera identidad... aquella que jamás tendría que haber sepultado.
Mientras pensaba en todo aquello, sintió a sus espaldas unos pasos cadentes y despreocupados, pero a la vez certeros y seguros de adónde se dirigían: el destino de ese caminante era, precisamente, ella.
Sintió que su corazón había subido hacia su boca, como queriendo escapar del destino inevitable. Aceleró un poco el paso (lo que sus tacones le permitían). El extraño hizo lo propio. En lo que duraba esa persecución exasperante y frenética, ella logró doblar en un callejón oscuro... pero sin salida. Cuando quiso huir, ya fue muy tarde: el hombre la asió de su cabellera y la sujetó contra la pared.
En ese instante, ella sintió cómo el tipo se apoyaba en su espalda: era muchísimo mas alto por lo que el miembro se clavaba en su zona lumbar. El desconocido se restregaba contra ella... y ella solo podía sentir una explosión de sensaciones en su botón de encendido sexual, alli, en medio de sus piernas.
El tipo, sin dudarlo, con mano diestra subió la falda primero y luego el brassier. Sus pechos quedaron a merced del muro frío y rasposo. A ella no le importaba si sus senos se lastimaban o no... lo único que le interesaba era seguir dentro de esa fantasía que se habia vuelto real.
En un segundo, él introdujo sus dedos en aquella turbia cueva del deseo que ya comenzaba a formar estalactitas transparentes y correosas.
Al sentir la respiración agitada y entrecortada de ella, él sonrió maliciosamente, empujando las falanges aún más adentro.
Se acercó al oído de ella, y con voz ronca y salvaje, le preguntó: "¿esto quieres?". Ella, con voz lujuriosa le contestó: "esto y lo que aún no salió de tus pantalones".
Él rió por lo bajo, haciéndole saber a la muchacha, por el casi imperceptible sonido del cierre bajando, que lo que tanto anhelaba estaba por ocurrir.
Ella solo atinó a moverse un poco para agilizar el ingreso de ese sexo firme; coronó el momento con un gemido de placer que venía desde lo más profundo de su inconciente.
Él siguió saliendo y entrando a un ritmo frenético. Se apretaba más y más a ella.
El momento cúlmine estaba llegando: ambos estallaron en un orgasmo descomunal y compartido dejándolos arrodillados, abrazados y encendidos de pasión.
La vuelta a casa fue lo mejor: ella recostada en su hombro, mientras él la abrazaba tiernamente... la lluvia habia amainado... y esta historia recién comenzaba.
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Eratos
Short StoryRelatos que dejan volar la imaginación un poco íntima. Espero les guste