EL AGUA LO CURA TODO

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Esta vez me tocó trabajar hasta altas horas de la noche. Sinceramente me sentía un poco molesta, pero - a decir verdad - necesitaba desesperadamente mantener mi mente ocupada en una cantidad inverosímil de actividades para poder acallar todas las cavilaciones que se agolpaban y clamaban por salir del inconciente desde aquella conversación que tuve con quien hasta hacía un par de meses atrás era aún mi amigo inseparable. En resumen, me había abordado preguntándome qué sentía por él, pues había visto en mí ciertas actitudes que lo hacían dudar. Después de tratar de "esquivar la bala" quedé arrinconada en la inevitable respuesta: que por él sentía un amor tan grande que no lo podía explicar; que cada vez que estaba con él se ma hacía fácil respirar... que solo vivía por él. Lo que sucedió seguidamente fue perturbador: una ira iincontrolable lo desbordó, lastimándose el puño derecho por estrellarlo contra la pared que sostenía mi humanidad y mi angustia tras de mí. Con sus ojos inyectados de furia, desesperación y lágrimas, solo atinó a decir "esto no está bien. Esto no debe ser".
Mi alma, al quedar pisoteada por la realidad,  solo me dejó reaccionar corriendo lentamente su brazo extendido a un costado de mi cabeza y así deslizarme pausada y dolorosamente para poder marcharme, dejándolo con la mirada húmeda dirigida hacia el suelo, como si esa superficie le diese una respuesta distinta a la que esperaba.
Por esta razón es que en estos momentos solo encuentro consuelo y olvido en el trabajo sobrecargado.
La noche transcurría tediosamente y daba paso a la madrugada... el sueño comenzó a hacer mella. En un instante de adormecimiento, me despabiló el sonido de la entrada de un mensaje. "¿Duermes?", solo eso rezaba en su chat vacío. "No", contesté con recelo.
"¿Estás en casa? ¿Puedo ir? Necesito hablar". Un "ok" casi indeferente se me escapó... ¿qué quería? De verdad no estaba para juegos maquiavélicos: casi dormida, mil papeles qué completar, el corazón en proceso de reparación y mis pensamientos en pleno huracán estival.
En menos de tres minutos lo tuve golpeando la puerta de entrada. Lo recibí con cara de trasnoche, mirada de "no preguntes" y una cómoda pero pertubadora remera con la leyenda aun mas psicopática de BARBIE... una Barbie en tiempo, tamaño y talla real... sin sostén y sin ganas de arreglarse para  nada. Su mirada viajó inconcientemente a la curva de mi seno que sobresalía a través del orificio en donde, alguna vez, hubo una manga y ahora solo muestra mi feminenidad y lo que puedo llegar a ser... por el rabillo de mi ojo izquierdo alcancé a percibir sutilmente cómo le comenzaba a costar respirar... más no animé  esperanza alguna de que, hasta ese momento, esto que estaba sucediendo podía ser real.
Le indiqué que se sentara y me esperase en la cocina, pues mi intención era ducharme antes de ir a dormir... el ir a dormir lo descartaba (debía oficiar como la "mejor amiga del mundo mundial", a costa de mi alma deshecha precisamente por él), pero ducharme no se descartaba de mis planes más próximos.
"Quédate aquí. Sírvete lo que te apetezca. Me iré a duchar. Luego estoy contigo"; mi voz sonó lacónica y monótona. "¿Pasa algo?"- se animó a preguntar. Solo contesté "nada que no sepas"; y sin mayores intervenciones me encaminé al cuarto de baño.
Ingresé a la ducha; permití que la lluvia cálida y relajante castigara mi espalda, mientras cerraba los ojos y descansaba la frente en la pared... y me dejé llevar por los recuerdos,  los pensamientos, los enojos, los dolores... quería que todo se acabara pero él no me hacía fácil el proceso... menos ahora, que estaba a unos metros como si nada.
No sé en qué momento pasó pero nunca presentí lo que se avecinaba. Mi cabeza estaba tan ruidosa y ensimismada en sus cavilaciones, que jamás escuché que la puerta se abría y la mampara también. Entendí qué ocurría cuando sentí una de manos rodear mi cintura, su erección apretando sin piedad mi zona lumbar y la otra mano adentrarse en mi entrepierna que, instintivamente, comenzó a doler y palpitar. Todo mi cuerpo recibió al suyo: mis oídos su lengua, mi cuello y nuca sus labios, mi botón de excitación sus hábiles pero gentiles dedos y mi profunda pasión su dura virilidad. Sin despegar mi frente ni mis manos, que ahora se cerraban en apretados puños contra la pared, y con los ojos aún cerrados,  me dejé llevar por esta maravillosa irrealidad. No quería despertar de este sueño... no quería desmoronarme del todo... solo me centré en que lo que estaba pasando no era así... hasta que su voz materializó el instante diciéndome "no puedo vivir sin ti... no sé cómo sobreviví todo este tiempo con tu ausencia... y hoy... hoy debía decidir si queria seguir con vida o morir sin tu calor"
Solo atiné a dejarme llevar por el amor de su anatomía y sus palabras... hasta que ambos tocamos el cenit del orgasmo más bello en toda nuestra existencia, derramándome en su miembro y él llenándome con su cálido elixir.
Me volteé para saber que, efectivamente, esto no era una fantasía; que el hombre que tanto anhelé me hizo el amor cuando menos lo esperaba, reconstruyéndome la vida nuevamente y yo salvándole la de él.
¡Bendita madrugada! ¡Bendito desvelo! ¡Bendito tú por amarme! ¡Bendita yo por no morir!

EratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora