FOTOGRAFÍA

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Desde hacía más de una semana, Ana no podía conciliar el sueño. Sus días se habían tornado monotonos debido a un gran bloqueo mental: era escritora de historias online. Lo peor de todo era que, no tan solo el tiempo apremiaba, sino que sus seguidores y representantes le estaban pisando los talones, reclamando nuevos relatos.
Todo esto la hacía sentir impotente. Una vaga sensación de vacío inundaba toda su existencia. Jamás había experimentado tal situación; siempre había tenido ideas magníficas, pues se había inspirado en las personas a su alrededor. El tema era que ahora esos seres ya no le provocaban ningún tipo de inspiración.
Todo esto hacía que el tiempo pasara lenta y tortuosamente. Comenzó a caer en los encantos de las redes sociales... eso hizo que su cabeza estuviese aún más desprovista de ideas.
No fue hasta que  en cierta ocasión, mientras pasaba tediosamente de una imagen a otra en una galería virtual, se encontró con el hombre más perfecto que su vista haya disfrutado en años: cabellos oscuros como la noche, ojos rasgados y delineados, labios carnosos y con un brillo como el del almibar de un ocal sabroso. No daba crédito a semejante espectáculo visual. Su mirada se paseó por ese rostro endemoniadamente perfecto, haciendo equilibrio en la afilada línea de su mandíbula, cortándole la respiración con esa expresión de éxtasis: entre el edén de su boca entreabierta y una mirada inocentemente salvaje... una mezcla demasiado letal, aún más mortal que la mordida de una Mamba Negra.
Y en ese intante, Ana sintió como su imaginación ardía sin control: como el fuego griego que arrasaba sin piedad el Imperio Bizantino... eso le provocaba este sujeto... este completo desconocido... ahora erigido en su propio Erato, su propia musa erótica.
Su creciente ansiedad la arrojaba a querer saber más de este sujeto... más prefirió no investigar sobre aquel, puesto que el miedo a volver a quedar nula era mayor que la curiosidad.
Como si de magia hubiese resultado todo, comenzó a escribir sin control. Era cuestión de apelar a su imaginación para hacerlo presente en su mente y apresarlo hasta que el relato quedase culminado.
Con lo que no contaba Ana era que esta chispa de salvación literaria que le había proporcionado el dueño de su inspiración se volvería obsesión, una demasiado suicida.
Ese hombre asaltaba su integridad, su intimidad... su imaginación, su existir. No se daba cuenta cuánto habia abandonado todo tan solo por una foto, por alguien que solo estaba a su alcance a la vuelta de un sueño sumido en su lecho. Solo abrir la galería de imágenes de su celular y verlo le provocaban espasmos incontenibles en su pubis, dejando escapar inevitablemente un arroyo de transparente deseo.
Sus historias ahora eran las más leídas, las más solicitadas... pero el hueco insatisfactorio que se cernía entre su pecho y su vientre la desesperaban.
Cuando creyó volver a la dura realidad, pensando que esta vez ya perdería la capacidad de hacer estremecer con sus palabras lascivas debido a que se había dado cuenta que no podía depender de una fría foto; como en un cuento de hadas apareció él ante ella... ¿era realmente ese hombre que le había hecho el amor reiteradas veces desde una simple imagen? ¿Era verdaderamente aquel que la había penetrado en sus más insanas e histriónicas fantasías? ¿Se estaba volviendo loca?
Lo único que atinó a hacer fue extender su mano hacia aquella figura parada frente de sí... y... si... era real. Él solo abrió sus brazos para recibirla... Lo último que ella recordó, mientras se fundían ambos entre abrazos, sudores, humores y besos fue que se sintió morir en el instante final de esta locura; alguna vez escuchó hablar de "le petit mort" ("la pequeña muerte" en francés): ese instante - en milésimas de segundos - en el que se llega al orgasmo y se pierde la conciencia, se deja de respirar y el cuerpo estalla en mil esquirlas de exasperada pasión... como morir mínimamente y volver a la vida gracias al otro.
Fue ahí, en ese instante, en que él se materializó y se volvió el artífice de su vitalidad. Aún más verídico se tornó cuando musitó: " te he estado buscando desde hace mucho tiempo. Solamente me mantenía cuerdo y vivo gracias a una foto que encontré accidentalmente de tí en un buscador de internet"... lo que es el Universo: cuando tu espejo también te busca y finalmente te encuentra.

EratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora