Me quitaste tantas veces la respiración en cada rincón de esta habitación que ya he perdido la cuenta y la cabeza. Cada vez que tu falo ingresa desafiante, intimidante, como si reclamara suya mi intimidad, socavando segundo tras segundo mis fuerzas y mi fe.
Me ahogaste con tu lengua, enmudeciendo cada plegaria de lascivo delirio que profanaba mi boca, rogando llegar al cielo o precipitándome sin remedio al mismísimo infierno.
Y en esas gargantas profundas y aquellos besos negros, me dejaste marcada y signada para siempre bajo el nombre de esto que no tiene un título... aún menos una etiqueta... eso, lo prohibido, lo innombrablemente amado, deseado, desgarrado.
Me arrebataste todo indicio de ingenuidad, inocencia, perfecta castidad... me robaste el alma con cada ingreso a mi cuerpo, con la corrupción impune de mi alma.
Ahora es mi tiempo de reclamar: me haz robado tanto que tengo el derecho de decirte: dame ese aire que me quitaste en el momento preciso en que apareciste... esa fue la primera vez que le hiciste salvajemente el amor a mi cerebro, quitándole todo vestigio de virgen juventud.
Devuelveme el aliento. Me lo arrebataste cuando me hablaste aquella vez,mientras tomábamos ese simple café ¿sin intenciones?
Antes de traspasar mi integridad y mi vagina ya me habías desvirgado el ser, el parecer y el trascender... ahora es el momento de que absorba cada átomo de oxígeno que ocupa tu vida, tu corazón y tu amor.
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Eratos
Short StoryRelatos que dejan volar la imaginación un poco íntima. Espero les guste