Capitulo 42

2.8K 329 10
                                    

       CADEN

Maldita sea Naiya. En qué momento te se ocurrió venir hasta Canadá a buscarme. Mierda, mierda. Golpeo mi mano contra la mesa, me encuentro tan enfadado como idiota.
Intenté ayudarla redactando ese contrato para  que pudiera llegar a cumplir su sueño. Y ahora va el gilipollas de Robles y se lo niega. Maldita sea, por qué Naiya.
Me apoyo en el borde de mi mesa con mi cabeza gacha intentando buscar una solución que me pueda llevar a que Naiya consiga su propósito. A pesar de mostrarme tan duro y distante con ella la necesito tanto. Ayer cuando la volví a ver, sentí de nuevo que mi oscura vida se había llenado de luz.
Mi vida. ¿Qué es una vida sin problemas y buenos momentos?

Desde luego la mía, sólo son problemas. A nada le encuentro sentido, fui criado por una mujer que resultó ser mi tía. Mi verdadera madre aún me trata como su sobrino,
ajena a que yo sé la verdad. Tras morir mi madre caí en el mundo de las drogas, lentamente me he ido desenganchando de ellas. Cuando por fin  pude volver a ser una persona normal, aparece Nicoleta. Esa mujer tan bella y encantadora que viví con ella un romance. Qué enamorado y feliz me encontraba a su lado, hasta el día que la vi en la cama con Hugo. Ese desgraciado no pierde la oportunidad y ella peor que él por acabar follando en mi cama. Esa cama que habíamos compartido momentos tan bonitos.

De nuevo otro golpe. Y otra vez tocando fondo y escondiéndome de mí mismo, hasta que te encontré Naiya. ¿Qué me has echo, que me tienes loco por ti?
Qué tienes, que mi mente no deja de pensar en ti, y mi corazón late al compás de ese cariño que me demuestras.

     NAIYA

Llego al edificio de los millonetis, como lo he bautizado. Me cambio de ropa, aún sigo molesta y cabreada con todo lo que me pasa por dejarme llevar. Pero cómo seré tan membrilla y confiada. Pa' matarme.
No tengo remedio. Así soy yo.

El conserje me entrega las llaves del piso que tengo que limpiar. Agarro mi carrito de limpieza y me arreo para el pisito. Al abrir la puerta, me quedo vizca mirando para todos lados. Es un piso amplio, salón grande con muebles blancos y negro, sofás de cuero, una mesa que pueden comer medio Toronto. (Canadá). Cocina de acero sin usar demasiado, baño con jacuzzi tan grande como una plaza toros, habitaciones amplias con muebles en roble, con una cama que pueden dormir 15...
Desde luego el pisejo es impresionante. Pero vaya juerga que se tuvieron que atizar ayer.

Comienzo recogiendo los vidrios vacios de cervezas,  botellas de whisky, ceniceros de colillas...entonces veo un pequeño polvo blanco en la mesa. Lo pruebo, qué iba ser si no. Droga.

¡¡Arr, qué asco!! Limpio lo mejor que puedo la mesa, y comienzo a sacarle brillo al pisejo.

Me pongo mis cascos con la música de Ricky Martin. <<La mordidita>>. Ya me gustaría que me pegase Ricky a mí  una bocado. Empiezo a tararearla, hasta que de pronto noto que tocan mi hombro.
Me sobresalto, mi estado cambia cuando de nuevo tengo ante mí a Caden.

―Es que me persigues, o es cosa del destino que nos encontremos.

—Si tus ganas. Yo he venido a limpiar, este piso tan bonito y grande.

― ¿Entonces te gusta mi casa?

—T-u c-as-a―Silabeo sin poder creerme dónde estoy metida.

—Exacto. ¿Pero no tenía que venir a limpiar Rita?

―No, está de baja. Ahora me toca a mí. Entonces, si esta casa es tuya...—Mis ojos van directos a la mesa y el cubo de la basura. En mi interior empiezo a notar aborrecimiento hacia él. Sin poder sujetarme la manía que le estoy empezando a tomar a Caden por culpa de las drogas le digo furiosa qué es un mentiroso.

―Baja el volumen, yo no soy ningún mentiroso.

— ¿A no? No soy tonta y acabo de limpiar los restos de la juerga que te pegaste anoche sin olvidarte de tomarte esa mierda de droga. Me prometiste que lo ibas a dejar, y no lo has dejado. Eres un cobarde, no tienes decisión para saber lo que es correcto y lo que no.

— Mira quién fue hablar. Doña experta, que no sabe dirigir su vida sin pedir auxilio a otras personas.

— ¿Y? Yo puedo pedir consejo a otras personas, pero la última decisión es mía. No está de más pedir opinión a tus amigos. Amigos Caden, esas personas que están a nuestro lado en los buenos y malos momentos.

Respiro hondo, para intentar aplacarme. Seguimos mirándonos con furor. Despacio Caden se aproxima a mi posando sus manos en mis hombros, con sus ojos castaños clavándolos en los míos comienza explicándome algo que jamás me hubiera podido imaginar.

―Naiya, mi vida es muy complicada, en el mundo de los negocios debes aprender a defenderte y alejarte de todas aquellas personas que dicen ser amigos. No tienes amigos, tú negocio depende de ti mismo. Me considero un hombre solitario, juerguista y un buen empresario. Pero tratándose de mi vida, nunca sé si lo que hago es bueno o no malo. Necesito a una persona que me apoye, que me quiera y acepte tal como soy. Con mis defectos y virtudes.

—Vaya, y creía que era yo la única que me sentía acomplejada.

―Naiya, te necesito, pero al mismo tiempo no pretendo meterte en mi mundo. Este mundo no está hecho para una mujer tan maravillosa y noble como tú. Ven, mírate al espejo.  Tú solo ves tú rostro, tú cuerpo y esa ropa que te sienta bien a complemento con tu maquillaje. Sin embargo yo no veo eso. Yo veo a una mujer hermosa, con un corazón grande y un coraje y valentía de luchar día a día sopreponiéndose a los problemas del día a día. Eso es lo que hace que me estremezca cada vez que te siento tan cerca de mí, con ansias de envolverte entre mis brazos y besarte. Y poder decirte lo hermosa que eres tal y como eres.

Me volví admirando a este bello hombre que acaba de derretirme con sus palabras. Me puse de puntillas colocando mis manos en su pecho para poder probar su miel.

El ruido de la puerta y la voz de una mujer me devolvieron a la realidad. Apresuradamente nos separemos, esa mujer algo más alta que yo, delgada, con una melena morena larga, saludó a Canden colgándose de su cuello haciéndole arrumacos.

Me quedé pasmada mirando esa escena. Petrificada sin saber ni que decir y hacer. Mi cuerpo se mantuvo paralizado unos minutos hasta que mi cerebro me devolvió al presente soportando las ganas de abofetear a Caden. Me callé y continué con mi limpieza intentando que lo que acaba de pasar no me afectase siendo de alguna manera fuerte.


ASÍ SOY YO  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora