Capítulo 23

4.2K 373 6
                                    

Sentada con mis piernas cruzadas intento desahogarme a través de internet con mi amiga Esther. Le cuento todo lo que me ha sucedido, pero ni internet ni los consejos de mi amiga me hacen recapacitar, estoy bloqueada, no se si estoy haciendo bien o mal, me da la sensación que estoy engañando a alguien cuando en realidad es a mi misma a quien engaño. Es que no se ni que pensar de todo esto, ¿por qué Noé me ha dicho que me quiere?. Que tengo que hacer ilusionarme, dar pequeños saltitos de alegría, o sentirme como lo estoy haciendo ahora. Me da la sensación que estoy haciendo el ridículo, me desnudo ante el espejo, a quien deseo engañar, que puede ver en mí, un cuerpo que ni a mi misma me gusta, me siento totalmente acomplejada, celulitis, grasa no deseada, pechos algo grandes, que me ocurre, debería estar orgullosa con mi aspecto, pero no lo estoy, se que me tengo que querer yo misma sentirme bien para poder transmitir eso a los demás, pero es todo lo contrario, me veo como el muñeco michelín.

Que me está pasando por qué me derrumbo, por qué me siento de esta manera cuando debería estar rebosante de felicidad hasta incluso creyéndomelo. Lo mejor es que me ponga mi pijama y me vaya a dormir, mañana me espera mi primer día en mi nuevo trabajo. Me tumbo boca arriba mirando al techo, imaginando me como sería hacerlo con Noé, me rozo mis labios aún conservo su sabor, mi cuerpo tirita de saber que será de mí bajo su ardentía calidez de su contacto.

Antes de que suene el despertador ya me hayo levantada, me dado un ducha resfrescante para estar como nueva en mi primer día de trabajo. Me pongo como no unos de mis trajes pantalón chaqueta, al poder ser tonos oscuros, el caso que me disimulen la gordura, agarro las cosas y me marcho. Salgo a la calle y veo a Martín, sonrío, Victor está en todos los detalles.

-Buenos días Martín como se encuentra.

-Hola Naiya, ahora que el señor se aplacado mejor.

-¿Cómo que se ha aplacado? No entiendo.

-Pues mire, señorita, en estos días que usted no ha estado, no ha ido a sus sesiones, a tenido un humor de perros e incluso se peleó con su fisio.

-¿Con Saúl?

-Si, exacto.

No me puedo creer todo lo que Martín me está contando, dios mío, tanto he influido en la vida de Victor que me voy unos días y se vuelve más egoísta, mas agresivo e incluso...no, por favor no quiero pensar en lo que le habrá dicho a Saúl.

Llegamos al edificio, tengo que admitir que pasada de edificio, en compañía de Martín me adentro en el que será mi nuevo puesto de trabajo.

Entro en una oficina muy grande, decorada con muebles de madera en tonos claros, me encanta. Martín se despide marchándose dejándome allí sola.

-Buenos días, me giro y me encuentro a un Victor totalmente distinto al que me ha descrito Martín hace un momento.

-Buenos días Victor, como te encuentras.

-Muy bien, ¿Qué te parece tu despacho?-me pregunta con una sonrisa que me derrite.

-¿Mi despacho?-pregunto incrédula a lo que me ha dicho.

-Si Naiya, este es mi despacho, he pensado que lo podría compartir contigo. Si te apetece claro.

-Es-to, Victor, digo tartamudeando, creo que te estas equivocando un poco. Yo he venido a trabajar, si me quieres tener en tu despacho que sea por que me lo gane, no quiero venir la última y que me tengas en palmitas.

-Ja,Ja,Ja. Naiya ya te lo has ganado. Yo no te tengo en palmitas, el trabajo que tu haces no solo es de oficina, es de nobleza, tienes un corazón de oro, eres hermosa por dentro y por fuera.

ASÍ SOY YO  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora