Capítulo 40

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      NAIYA

Había tardado varios días en decirme si viajar o no para Canadá. Tras meditarlo bien, y cómo no intentar suavizar las cosas con Noé, opté por seguir mis ideas y viajar.  Después de preparar mi maleta, me despedí de mi familia, de Uralia y Martín.

Me sabía tan mal tenerles que mentir respecto al motivo por el cual me marchaba. Siento vergüenza por esconderle cual es el verdadero motivo. No deseo que todo lo que tanto anhelo se vaya por la borda. Y después tenga que arrepentirme, o escuchar «Te lo dije» o «En qué estabas pensando»

Inhalé varias veces antes de agarrar mi maleta y pasar por el túnel que me conducidiría hasta el avión.

Entre abrazos, besos y alguna que otra lágrima, Andrés y yo nos marchemos para el avión.

Dentro del avión sentados en nuestro sitio, agarré muy fuerte a mi hijo. Si digo que no tenía miedo, me estaba mintiendo a mí misma. Sí, lo tenía, y no poco. Por mi cabeza se me pasaban ideas tanto buenas como malas.

Al despegar el avión, cerré mis ojos pensando en si volvería a ver a Caden. Él ha sido uno de los motivos de cual haya tomado esta decisión. Parecerá que me falta un tornillo, pero echo mucho de menos a Caden. Ese hombre que me apoyó, ayudó y se portó tan bien conmigo y mi hijo. Lo que más me gustó fue nuestro encuentro por primera vez. Aún no lo he podido olvidar y quién me dice que cuando nos volvamos a ver no se vuelva a repetir. Una sonrisa se dibujó en mis labios, mientras miraba por la pequeña ventana del avión esas nubes en forma de algodón, podía percibir como mi organismo se transformaba, tan solo de pensar en Caden mi corazón martilleaba dentro de mi pecho. Sentía alegría y al mismo tiempo confusión. Acaba de tomar una decisión, y no sabía si era la correcta. Sé que debo ser un poco más optimista conmigo misma, mirar las cosas de otra manera. Pero como últimamente nada me ha salido bien, me veo incapaz de cumplir mis sueños. Por eso he tomado esta decisión, para llevar a cabo unos de mis mayores sueños. Ahora quedará si se cumplan o no.

Horas después, agotados por el viaje, nos encontrábamos en el aeropuerto buscando a mi amiga Esther.

De pronto la ví. Ahí estaba, no había cambiado nada, se acercó hasta nosotros rodeándome mi cuerpo entre sollozos de emoción. Me alegraba mucho poder ver de nuevo a mi mejor amiga. Cuánto la echaba de menos.

Nada más llegar a su casa, comimos algo, le di un baño Andrés y se quedó profundamente dormido. Yo me fui para la cocina para hablar con Brenda y Esther.

Ambas como siempre me subían la autoestima, dándome sus consejos que fuera a la empresa de Caden para pedirle su ayuda. La noche fue un poco larga, casi no podía dormir, todo me resultaba algo extraño, seguía comiéndome la cabeza si lo que echo va ha merecer la pena o no. Si cuando vuelva a ver a Caden, él va sentir lo mismo que yo siento hacia él, o si seguirá queriéndome tal y como me dijo la primera vez que lo hice con él.

Entusiasmada me levanté como una rosa. Había dormido bastante, el viaje había sido largo. Después de comer, en compañía de Brenda nos fuimos en busca de Caden. Nada más llegar a una calle ancha, con mucho tránsito de vehículos, miré hacia arriba. Aquel edificio era realmente grande. Mi boca se me secó enseguida, no podía creerme que aquel edificio era de Caden. Caminé algo desorientada en compañía de Brenda, notando como mis nervios se me agarraron a mi estómago. En un mostrador de información, una mujer rubia, nos comunicó que el señor Bergeron se encontraba de viaje.

Perfecto. ¿Ahora qué hago?

Giré mi cabeza en busca de alguna solución, mirando para todos lados. Brenda me habló por lo bajito y comencemos a caminar hacia la salida. Mi desilusión comenzó abordarme. Tan mala suerte tenía.

Nos fuimos a una cafetería, allí casi ni probé mi bollo, no hacía masque pensar si no había sido una tontería haber venido a un país distinto a buscar algo que no voy encontrar.

Los días pasaban, y yo ya me encontraba asfixiada de encontrarme en casa de mi amiga sin hacer nada.

A través de internet, Brenda me ayudó a encontrar un pequeño empleo para limpiar edificios y casas. En ese momento me daba igual trabajar en lo que fuese, con tal de ganar dinero y sentirme útil haría lo que hiciera falta.

Por la tarde, como siempre Brenda me acompañaba a todos lados, lo pasaba muy bien con ella, mientras Esther trabajaba.

Pasemos a un gran edificio, por lo que me dijo Brenda, aquella zona de viviendas solo vivían gente con dinero. Dentro del gran edificio, puede observarlo detenidamente,no había duda que era lujo, lujo. A nuestro encuentro salió una mujer de mediana edad.

—Buenas tardes, soy Morgana. Tú debes ser Naiya.

La mujer se veía muy simpática y agradable. Con ayuda de Brenda, le comentemos que necesitaba el trabajo haciéndole un pequeño resumen de mi vida. La mujer sin perder su sonrisa, me miró por unos minutos en silencio, tan solo me dijo que el trabajo duraría unos meses. Debía de reemplazar a la muchacha que limpiaba antes, se encontraba en su sexto mes de embarazo. Me dio pena que solo fuera temporal, pero menos da una piedra. Acepté las condiciones, y mañana mismo me incorporaría a mi trabajo.

Al llegar feliz a casa, me tiré a los brazos de Esther, contándole que había encontrado trabajo. Por lo menos una cosa buena me estaba saliendo. Sobre Caden no he vuelto a saber nada, todos los días voy a ese edificio donde se encuentra su oficina, pero la misma chica me dice lo mismo. Está de viaje y no desea que lo molesten. Al final, aburrida acabé por no ir más. Todas mis esperanzas por poder encontrarme con Caden habían quedado en un sueño que no nunca se haría realidad.

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