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Sarah Jones.

-¡Sarah!-. Escuche una voz familiar llamarme, pero se escuchaba tan lejana que solo pude acurrucarme un poco más en mi cama... Espera, esta no es mi cama, se siente muy metálica y fría, ¿Dónde estoy? Escucho una vez más la misma voz llamarme pero esta vez sacudiendo mi hombro, decidí abrir mis ojos y me encontré con dos pares de ojos verdes mirándome con cansancio. Ah, ya recordé, estoy en el hospital por el accidente de mis tíos, quienes espero estén mejor.

Me incorpore lentamente mientras sentir mi cuello doler, supongo por la mala posición en la que estaba durmiendo, los ojos de Chris se dirigieron a los míos mientras me regalaba una sonrisa de lado, inmediatamente me sonroje al recordar el beso de anoche, baje mi rostro para luego alzarlo de nuevo mirándolo con confusión, ¿Por qué aún seguía aquí? De seguro tenia cosas que hacer, no quería que dejara todo por estar en el hospital a causa de personas que ni siquiera conoce.

Me sentía apenada de ello, pero a la vez agradecida, era tan dulce. Mire esta vez a Ale quien también me miraba con una sonrisa de lado la cual conozco perfectamente, de seguro vio lo que ocurrió ayer entre ambos, no la culparía, no nos escondimos de nadie al hacerlo debo admitir.

-¿No te duele el cuello? Estabas durmiendo de una manera muy incómoda-. Murmuro el rubio, mirándome aun fijamente.

-Sí, un poco, estas sillas no son nada cómodas-. Respondí en el mismo tono de voz, mirando mis manos.

-Obvio que no lo son, ¿No ves que son de metal?-. Hablo esta vez Ale, riendo. Yo le di una mirada de pocos amigos pero no pude evitar reír de igual forma, a lo que se unió Chris.

Ale se sentó a mi lado mientras Chris fue a buscar unos cafés, al parecer en un rato nos dejarían ver a mis tíos, según los doctores no fue nada demasiado grave gracias a que usaron cinturones de seguridad y las bolsas de aire que amortiguaron el golpe, solo tuvieron unas contusiones y mi tío Tim una contusión en el estómago de la cual no entendí muy bien el termino, el doctor dijo que deben quedarse en el hospital por observación unos días hasta ir a casa.

Ayer estaba demasiado asustada de los que le pudiera ocurrir ya que mi padre había muerto en un accidente de tránsito, había sido algo tan traumático para mí que tuve que ir al psicólogo unos meses, hasta que pude superarlo poco a poco. Y en esta ocasión los nervios me carcomían por estar ante una situación parecida, gracias a Dios no fue nada muy grave.

-Te vi besándote con el rubio, ¿Besa bien?-. Ale hablo interrumpiendo mis pensamientos, mientras bajaba y subía sus cejas. Me sonroje ante el recuerdo mientras bajaba mi mirada.

-Pues... Si, besa bien. Él es muy lindo en todo sentido, pero no lo sé, no me siento lista para una relación, Ale. Me da miedo el que me pida ser su novia porque no quiero rechazarlo.

-Oye, escúchame bien. Si no te sientes lista, está bien, hace 2 meses saliste de una relación y es comprensible que no te sientas preparada, pero si ese chico de verdad quiere intentar algo contigo, te esperara, no toda su vida, pero esperara. Y si no lo hace, pues no es el indicado, ya todo lo dirá el tiempo, Pinky.-.

Reí ante eso último, tenía mucho sin llamarme así. Ella era Cerebro y yo Pinky, ella decía que era más inteligente, pero según el tema musical de la serie animada, era al revés, Pinky el genio, y Cerebro el loco. Y tenía sentido aplicándolo a nosotras dos.

-Tienes razón, Cerebro. Me tomare eso como un consejo.- Reímos ante nuestros apodos tan extraños.

-Es que yo soy una consejera perfecta, soy muy sabia, querida.

-Si claro, habla la que lleva por sobrenombre Cerebro.

-Claro, por esa misma razón soy más inteligente que tú, tonta.

Recuerdos [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora