3. Descreste

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—¿Querés que Tamy Andrade vuelva a trabajar para vos? —preguntó la abogada, con una expresión de sorpresa.

—Exactamente, princesa. Mantené a tus amigos cerca, y a tus enemigos... —hizo un gesto con la mano—. Aún más.

—¿Seguro que es por eso?

—Ya te dije que sí. Esa carechimba está decidida a cagarme la vida, y necesito protegerme antes de que lo haga.

—Quería decir... ¿Seguro que es solo por eso?

Charly se quedó en silencio por unos instantes. ¿Qué podía decir? ¿Que también quería seguir viendo aquel cuerpecito divino en su oficina? ¿Que su único objetivo era darle tanto trabajo que no tuviera tiempo para verse con Juancho? Se inclinó hacia atrás en su silla y trató de cambiar rápidamente de tema.

—Si la tengo trabajando en Excelsior puedo mantenerla ocupada y descubrir lo que está planeando. Necesito que se quede acá.

—Me parece una mala decisión, Charly. Si esa mujer te odia tanto como decís va a ser como meter al lobo en casa. Pero si es lo que querés...

—Revisá todo lo que firmó con Excelsior, tiene que haber una cláusula o cualquier cosa para retenerla aquí.

—Está bien, traémelo.

Charly fue a por los contratos y le entregó una carpeta a Carolina. No había mucho dentro pues había estado poco tiempo trabajando con Tamy, pero no iba a parar hasta encontrar una manera.

La abogada empezó a leer los papeles uno a uno mientras él se ponía en pie y comenzaba a caminar por la habitación.

—¿Hay algo? —preguntó Charly con impaciencia.

Carolina rio levemente.

—Jamás pensé que Charly Flow llegaría tan lejos con tal de seguir acostándose con una mujer.

—¿De qué hablás? Lo que yo tuve con Tamy fue un error, no sé cuántas veces lo voy a tener que repetir.

—Charly, no soy tu mamá ni tu esposa. No tenés que mentirme.

—Ya te dije cuál era mi plan.

—Eso no es un plan, es una idea absurda. Pero debió haber sido intensa su historia para que ella te odie así y vos tengás tantas ganas de recuperarla.

—¿Sabés qué, princesa? Pensá lo que querás. Yo solo necesito que hagás bien tu trabajo.

Volvió a sentarse en la silla y miró al techo. Sí, desde luego que su historia con Yeimy había sido intensa de principio a fin.

Yeimy se había pasado la cena bebiendo. Cuando terminaron Juancho la llevó a su casa y trató de quedarse, pero ella le puso de excusa que estaba sintiéndose mal por el alcohol y logró que se marchara. Necesitaba estar sola, pensar qué hacer respecto a lo sucedido con Charly. Pero no podía porque todo le daba vueltas.

El timbre sonó. Yeimy miró el reloj: era medianoche. Pensó que sería Juancho, que había dicho que vendría por la mañana para comprobar cómo estaba del guayabo, pero que habría decidido aparecerse antes. Se levantó dando tumbos y abrió la puerta, mostrando una expresión de sorpresa cuando vio quién era el recién llegado.

—¿Charly? ¿Qué hacés acá? —preguntó, tratando de ocultar lo mareada que estaba.

—Venía a hablar con usted, señorita Montoya —dijo él, entrando como si nada.

—No te dije que pasaras.

—¿Qué ocurre? ¿Interrumpo algo? Hola, Juancho —elevó la voz en esta última parte mientras movía sus ojos por el apartamento, buscándolo.

Será mi perdición (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora