18. Enamorándome de ti

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—¿Charly? ¿Te desperté? —Yeimy miró el reloj; eran las 8 de la mañana.

—No, princesa, acabo de salir de la ducha —le escuchó al otro lado del teléfono—. ¿Pasó algo?

Si le hubieran dicho hacía semanas que acabaría haciendo eso, llamándole a tales horas solo porque quería verle, no se lo habría creído. Era casi humillante, pero no podía evitarlo. Y a fin de cuentas su relación se basaba en eso, verse a escondidas por algo puramente físico, sin nada más. Pero entonces, ¿por qué no podía dejar de pensar en la sonrisa de Charly?

—No, bueno, solo quería saber si te apetecía venir un rato a mi apartamento antes del trabajo, ya sabés, desayunar, estar un rato juntos...

—Uh... ¿Tanto me echabas de menos que no podés esperar a que nos veamos allá?

Rodó los ojos. Odiaba que fuera tan convencido.

—Es que lo que quiero hacer con vos no lo puedo hacer en Excelsior.

—Yeimy... —Charly parecía de repente muy interesado en el plan, y ella sabía que estaba sonriendo al otro lado de la línea—. Esperame, me tenés ahí en 10.

—¿Solo 10? ¿No estabas en tu casa? —sabía que no estaba tan cerca.

—Estoy, princesa, pero si me salto los límites de velocidad y los semáforos en rojo yo creo que eso es lo que tardo en llegar.

—Ni se te ocurra, Charly... ¿Charly? —ya había colgado.

Se resignó y empezó a preparar el desayuno, que estaba ya listo cuando él llegó. La besó hasta dejarla sin aliento en cuanto abrió la puerta y se puso a contemplar el pijama corto que traía. Parecía más contento que de normal.

—¿Te gustó? —preguntó cuando le sirvió la comida, aunque sabía que era un desastre en la cocina.

—Lo segundo más rico que voy a probar hoy —dijo Charly, pasándose la lengua por el labio superior mientras seguía contemplando a Yeimy—. Por cierto, te lo iba a decir en Excelsior, pero no hagás planes para esta noche. Tengo una sorpresa pa vos.

—¿Qué sorpresa?

—Una que te va a encantar.

—¿Ah, sí? ¿Y no me podés adelantar nada?

—A ver, vení acá, princesa —hizo un gesto y Yeimy se sentó sobre sus rodillas, con el costado apoyado sobre su pecho.

—¿Y?

—¿Y qué?

—¿No me vas a contar nada?

—Ah, no, eso es una sorpresa, yo solo te necesitaba más cerquita.

Siguieron comiendo en esa posición, con Yeimy riendo y regañándole cada vez que la besaba en el cuello y ella estaba a punto de tirar accidentalmente su comida.

—Te echaba de menos, ¿lo sabías?

—Charly, nos vimos ayer.

—¿Y? Yo te echo de menos hasta cuando estamos juntos.

Yeimy le besó, cerrando los ojos, y pronto notó cómo él la tomaba entre sus fuertes brazos y la llevaba al sofá para tumbarla sobre este. Charly le subió la camiseta del pijama y comenzó a besar su abdomen mientras ella le acariciaba el pelo. Sus labios suaves bajaban por su cuerpo, haciéndola temblar.

—¿Te dije ya que estás divina por las mañanas? —dijo contra su ombligo.

—Alguna vez, pero hoy no.

Charly se incorporó y se acercó para besarla en los labios.

—Estás divina —susurró, mientras le empezaba a quitar la ropa.

Será mi perdición (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora