22. Dime lo que sientes

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Charly se despertó entre los brazos de Yeimy. Estaba tan preciosa durmiendo que ni siquiera se atrevió a levantarla, y únicamente se quedó ahí contemplándola y acariciándola.

Al cabo de bastante tiempo escuchó los gemidos de Yeimy.

—¿Qué hora es? —dijo ella con los ojos cerrados.

—El día que me des los buenos días al despertar en lugar de preguntar eso va a ser el fin del mundo.

—Pero tenemos que...

—Camellar, sí, bla bla bla. Al final tendré que darte unas vacaciones indefinidas para que te curés de esa obsesión.

Yeimy se giró hasta quedar boca arriba junto a Charly, mirándole con una pequeña sonrisa que le derritió por completo. Se inclinó para besarla y de ahí fue bajando hacia su cuello y su clavícula.

—Charly, no abusés.

—No sé de qué hablás —dijo él con voz inocente mientras bajaba por la camiseta del pijama de Yeimy.

—¡Charly! —exclamó sujetándole la cabeza, conociéndole lo suficiente como para saber a dónde se dirigía—. Esta noche, ¿sí? Ahora tenemos que irnos.

—Está bien —gruñó él—. Pero al menos nos bañaremos juntos, ¿no?

—¿No sabés quitarte la mugre solo o cómo va eso?

—Oigan a mi tía, yo no estoy mugroso.

—¿Entonces para qué querés que me bañe con vos? —preguntó Yeimy, desapareciendo por la puerta del baño.

—Eso fue trampa —dijo él yendo tras ella y golpeando con suavidad la puerta.

—Ve haciendo el café —gritó ella desde el otro lado.

Charly bajó a la cocina a preparar dos tazas. Yeimy bajó al cabo de bastante rato, ya arreglada, haciendo que él silbara al verla.

—La vueltecita, ¿no?

Yeimy se giró en cuanto bajó las escaleras, y Charly se mordió el labio inferior al ver lo mucho que aquel jean ajustado resaltaba su trasero. Se acercó hacia ella y lo agarró con fuerza para atraerla hacia sí mientras le empezaba a besar el cuello.

—Charly, quitate, estás todo sudoroso —dijo Yeimy entre risas mientras trataba de empujarle sin mucho esfuerzo.

—Eso no habría pasado si me hubieras dejado bañarme con vos.

—Más suerte la próxima vez, mugroso —respondió, dándole un beso en la nariz antes de escabullirse de entre sus brazos.

Charly se fue a bañar mientras ella desayunaba. Bajó con cara de disgusto, señalando la gran mancha marrón que había en su camisa blanca.

—Algo me dice que debería ir a casa a coger ropa limpia.

—Eso se habría ido frotando anoche.

—Mm... ¿Te recuerdo qué estuve haciendo anoche y por qué no tuve tiempo de frotar la mancha?

Yeimy río levemente y bajó la vista hacia la mesa.

—Bueno, pero da gracias que vos no pediste bebida ayer, si no tendrías el resto de la ropa igual —dijo, recordando cómo el niño que tenían al lado le había derramado su Coca Cola a Charly en uno de los sobresaltos de la película.

—Por última vez, no estaba asustado.

—Por supuesto que no.

—Hablo en serio.

Será mi perdición (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora