12. Alma

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Charly no procesaba lo que estaba pasando. Solo sabía que ahora mismo tenía a Yeimy entre sus brazos, besándole. Su lengua cálida acariciando la suya había acabado con cualquier ápice de racionalidad que le pudiera quedar después de tanto alcohol. La sujetó firmemente por las piernas, subiendo las manos para poder apretar su trasero, disfrutando lo que llevaba semanas soñando. La llevó hasta la mesa y la sentó al borde, quedando frente a ella. Cuando se separó solo escuchó los jadeos de ambos por la falta de aire.

—Decime si estás segura de esto, porque sé que después no voy a poder parar —dijo, acariciando lentamente su clavícula.

Como respuesta Yeimy se inclinó hacia delante y le abrió la camisa a la fuerza, haciendo saltar uno a uno los botones. Era de sus favoritas, pero en ese momento no le importaba. Era un precio muy pequeño por estar con Yeimy.

Ella llevó las manos al cinturón de Charly y se lo quitó, siguiendo con los pantalones. Se estremeció cuando notó los dedos de Yeimy rozando su miembro. Se terminó él mismo de sacar la prenda y ella se mordió el labio inferior mientras le empujaba suavemente con el pie para alejarle, como si quisiera contemplarlo entero.

—Creo que no estamos en igualdad de condiciones, ¿no? —dijo Charly, señalando su exceso de ropa.

Avanzó de nuevo hacia ella, besándola con más intensidad y bajando la mano hacia los pantalones de Yeimy, desabrochando el botón. Sin ni siquiera quitárselo la introdujo ahí y jadeó al sentir lo mojada que estaba. Ella gimió con fuerza al sentir sus dedos acariciando su panty, y aún más cuando se abrió paso a través de él para llegar a su interior. Sin dejar de moverlos, rodeó su cintura con el otro brazo, la levantó y la llevó hacia las escaleras. Yeimy había cerrado los ojos y Charly observó con gusto su expresión mientras él continuaba dándole placer al tiempo que la cargaba, y ella se aferraba con fuerza a sus hombros. Entraron al dormitorio mientras ella se descargaba entre gemidos antes de quedar en silencio y con la respiración totalmente agitada.

Charly la dejó sobre la cama, se limpió rápidamente con un pañuelo del bolsillo y metió las manos bajo la camiseta de Yeimy, sacándola de un tirón. Luego le bajó la cremallera del pantalón y se lo quitó más lentamente, sintiendo cómo sus manos recorrían las piernas de Yeimy en el movimiento. Ella le miraba con las pupilas dilatadas de deseo. Su cuerpo era tan perfecto que sentía que podía llegar al éxtasis solo con mirarlo.

—No sabés el tiempo que llevo deseando esto —susurró lanzándose sobre ella y quitándole el sostén para poder encargarse de sus pechos mientras los notaba endurecerse en sus labios.

Sentía la espalda de Yeimy arqueándose hacia atrás mientras él seguía disfrutando de su cuerpo, acariciando y lamiendo todos los rincones. Yeimy era su ángel, su entrada al paraíso, su mayor pecado.

Se detuvo a besar la cicatriz de su costado con suavidad.

—¿Te duele?

—Ya no.

—Bien —Charly volvió a acariciar con los labios aquella herida de la cual sabía que era responsable, y susurró—. Sos tan hermosa...

Ella sonrió y se mordió el labio inferior.

—Te necesito, Charly...

Sabía lo que quería Yeimy, pero deseaba escucharlo.

—¿Qué necesitás, princesa? —preguntó suavemente, besando su abdomen.

—Haceme el amor.

Se imaginaba a Yeimy llamando al sexo con Charly de muchas maneras, pero no de esa. Y le gustaba, le encantaba. La quería para él en cuerpo y alma.

Será mi perdición (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora