Fe y Luto

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Art. 23: se prohíbe mediante el estatuto del siguiente articulo el uso de la fuerza mortal y el maltrato de los vasallos, aquellos mordidos que juren lealtad a su amo quedan bajo la tutela de estos y se prohíbe categóricamente el uso de violencia desmedida como castigo por alguna falta, es facultad del amo juzgar el castigo necesario.
Art. 22: luego de jurada la lealtad entre un mordido y su amo, será una falta cualquier acción del vasallo que deviniere de la voluntad de su amo, se les prohíbe a los vasallos negarle la alimentación a sus amos.

Hesper veía el sol ocultarse tras las montañas, habían pasado años de ver el sol, ella como una antigua no tenia como costumbre salir a la luz del Dios Apolo, estaba prohibido más allá del tabú, existían antiguas leyes derogadas por el consejo que lo impedían, recordó no sin amargura el tiempo en el que debía esperar despierta hasta la media noche para poder ver a su padre que solo podía visitarla cuando el sol se ocultaba, y como poco a poco se fue acostumbrando a su horario de vida tan contrario al de otros niños, acomodando su largo cabello se recostó en la silla de extensión que le habían suministrado horas antes al traerla desde su refugio a la casa de la resistencia.
-debes venir con nosotros- fueron las muy escuetas palabras que le había dirigido Ann al reunirse horas antes en el templo.
-no queremos que Papandreus conozca esta locación por si algo sale mal- explico Lili excusándose en un gesto por el tono duro de su amiga - debemos entregarte a él pero no queremos que el venga aquí- ante estas palabras Hesper había pedido otra explicación más detalles, se los negaron.
-para que esto salga bien no podemos decirte nada- intento tranquilizarla Lili, y hubiese funcionado pero la expresión hastiada de Ann no ayudaba, entendiendo que no quedaba otra opción y seguir corriendo no la llevaría más cerca del desenlace de su historia decidió seguirlas, la presencia del Alastor acompañándola en todo momento y materializando al momento en que descendió del gran vehículo automotor con vidrios tintados en el que la transportaron. El Alastor le producía escalofríos, Ann también, esta ultima bajo del auto y parándose junto a ella le dedico una mirada calculada, abrió la boca pero luego no dijo nada, la chica observo sus botas un rato y luego levanto la mirada, casi congelo a Hesper en su lugar, los dos colores en su mirada fluctuaban, desde que había visto esos ojos bicolores de cerca no podía deshacerse de la sensación de inquietud, su instinto le gritaba que corría peligro y que debía huir, la voz de Ann fue solo un susurro y trajo consigo un olor ahumado, era la incertidumbre que destilaba de su alma.
-¿es más importante para ti gobernar que vivir?- Hesper negó - ¿entonces?
-es más importante que mi pueblo este bien, si gobierno yo o no me es indiferente- las palabras salieron de Hesper y sabia que sonaba exactamente como una mojigata o como un engaño pero era sincera, ver la extensión del tiempo todo el tiempo frente a sus ojos era engañoso pero entendía que algunas cosas tan efímeras como una corona o el gobierno no valían la pena.
-serias una muy mala gobernante Hesper si se me permite decírtelo, considero que gobernar debe ser una necesidad para un gobernante, cuando es solo una elección entonces no mereces el cargo- respondió Ann encogiéndose de hombros - ve te llevare a ver el atardecer, aquí es muy lindo y quiero darte eso por lo menos- la chica la condujo a la parte de atrás de la casa donde un grupo de arboles enmarcaban una bonita imagen de montañas y bosques, el sol ni por asomo estaba pronto a esconderse, Ann se sentó junto a ella largo rato de cierta manera Hesper entendía que intentaba darle fuerzas a su extraña manera, Hesper entendió en ese rato que su compañía no era algo que la chica regalara con facilidad y que el apoyo que le prestaba en ese momento tampoco lo era, es esos momentos Ann se mantuvo quieta , tanto que temió que hubiese dejado de respirar pero por lo visto era dada a la inercia, de un momento a otro Hesper ya no la vio. Cuando el sol estaba por esconderse tras las montañas Lili se acerco a ella comunicándole que ahora debía entrar a la casa.

-séllala- ordeno Ann cuando Hesper estuvo cómoda en la cocina, le habían preparado un festín y le comunicaron que podía comer lo que quisiera de la nevera, que había un televisor sobre la mesada y que se pusiera lo más a gusto posible, no entendió a que se referían con sellar hasta que Lili cerró la puerta del patio y Ann la puerta que comunicaba la estancia con el resto de la casa.
-Hesper estarás sellada dentro de ese cuarto hasta que alguna de nosotras dos te dejemos salir- explico Lili mientras Ann vertía sal frente a la puerta de la cocina y ella hacía lo mismo, sintió el olor de la sal hiriéndole .
-si nos pasa algo a Lili y a mí, estarás encerrada ahí para siempre, pero ciertamente tu hermano no podrá ponerte una mano encima Hesper- comunico Ann - no estarás solo encerrada con sal, también con sangre- acto seguido le llego el olor de la sangre derramada sobre la sal - como Moisés marco sus puertas las marcamos ahora nosotras, la peste y el mal no podrán llegar a ti porque marcamos la puerta y la maldad pasara de ella como antes y como siempre- las palabras Ann las pronuncio con solemnidad. Lili sintió la misma nostalgia al escuchar la mención del profeta de su pueblo.
-los hijos de los ángeles no podrán atravesar la sal de Edith la mujer de Lot, no será profanado otro cuerpo y esta es la señal que advierte de ello- recito Lili. Hesper no sabía como estas chicas manejaban también los antiguos rituales ni como sabían las protecciones de sus antepasados pero estuvo categóricamente admirada de su destreza en cuestión de segundo la habitación estaba sellada, y ni su hermano ni otro vampiro o que no fuesen esas dos chicas podrían abrir las puertas.
-Pero ustedes prometieron entregarme a él- tartamudeo Hesper conteniendo su miedo, había pasado mucho desde que vio a su hermano por última vez y realmente le tenía algo de miedo -el se molestara-
-y la verdad Hesper, eso no me importa, nunca dejo que nadie me diga que hacer- respondió Ann y ella la escucho irse pisando fuerte por el pasillo. Alguien más se acerco a la puerta era Will pudo saber que era él por su olor de almizcle y humo, verdaderamente olía como una cajetilla de cigarros.
-excepto yo, yo le digo que canal poner en la tv y también le digo que armas comprar- se burlo el chico y ella no pudo evitar reír, la tensión liberándose un poco de sus músculos rompió a reír cuando escucho el grito distante de Ann prometiendo palizas y patadas si Will seguía levantando falsos testimonios acompañado de la voz suave de Lili intentando amainar el explosivo carácter de Ann, ahora solo quedaba esperar y rezar a los dioses que todo saliera bien.

Resistiendo pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora