El origen de nuestra raza

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"solo se ama lo que no se posee totalmente *" pensó Scracht cuando Samantha recupero la tranquilidad y lo aparto de ella con la misma premura que antes le había recibido en sus brazos. inevitablemente pensó también en todas las veces que ella lo había abrazado antes, tiempo atrás, casi una vida atrás, con resignación aprendida después de doscientos años junto a ella, se sentó en el suelo, junto a la silla de Samantha a la espera de que hablara, siempre era la misma rutina, cuando ella se quebraba; lo llamaba, él iba y la consolaba por algunos minutos, adorados minutos para él, y descorazonadores por igual, ya que cuando esto sucedía era innegable que pasarían años hasta que ella volviera a permitírselo, luego ella se recomponía y  todo terminaba , a veces odiaba la fuerza de ella, otras veces también. 

Era esa fuerza la que lo hacia amarla, la misma que lo alejaba, ella jamás le permitiría cuidarla, ni tenerla, Samantha nunca le pertenecería, pero él a ella sí, era su perro de guerra, su ciervo, su esclavo y su redentor. Sabía por las palabras de ella que solo se podía sentir viva con él cerca y era esta la razón de no haberse marchado, porque si bien su juramento para con la alianza y el  ángel le ataba, era Samantha quien lo mantenía fiel. Con su fidelidad jurada a una Alianza marchita, con sus fuerzas consagradas a un fin que hace mucho tiempo se había perdido. 

 Esperó lo que marcaría el principio de su nueva espera, la cuenta llegaba a cero, se preguntaba cuantos años volverían a pasar hasta que Sam lo quisiera de nuevo, por lo menos unos segundos.

-Fuiste al otro lado- la voz de ella lo sacó de sus cavilaciones -fuiste por ella- estaba tranquila, lo supo como siempre sabía lo que ella sentía.

-sí, así es- afirmó él aunque no necesitara hacerlo.

-sabes que no debes ir al otro lado sin autorización- exclamo ella exasperada, suspirando de cansancio.

-sí lo sé, pero, ella resplandecía de fe, y puedo ir a donde sea si es por alguien con fe- respondió.

 -¿que sabes tú de la fe?- era una pregunta retorica, todos los vampiros reconocían la fe verdadera una vez que la presenciaban, quizás no la entendían pero la reconocían, cosa que lo hacia pensar en porque Jeff y Spens no la veían en Ann.

-cuéntame de esta chica- le pidió Samantha y le extraño que ella pidiera algo y más aún que demostrara interés por algo. Scracht tentó a su suerte haciendo algo que no había vuelto a hacer desde casi un siglo, se acomodó y recostó la cabeza en la rodillas de Sam, ella se lo permitió.

-Ella es extraña, cuando fui al otro lado por ella, no tenía miedo, al parecer la resignación esta bastante solidificada en ella, no pensaba volver, me costó traerla- empezó a contar Scracht - tuve que hablar con ella, mostrarle que podía volver, pero me llevó mas tiempo del que pensé, tanto que sus demonios estaban muy cerca de nosotros- 

-por eso no me gusta que entres al otro lado- murmuro ella removiéndose en su asiento - corres peligro demasiado peligro- 

-lo sé, tranquila, de haberme visto en verdadero peligro habría vuelto sin ella- intentó calmarla pero no estaba seguro de sus palabras, y Sam lo sabía.

-no me mientas Scracht ni siquiera a medias- le advirtió la chica - sigue contándome.

-sus demonios estaban cada vez mas cerca, y pude ver algunos de ellos Sam- comentó él tan interesado en el tema como se estaba mostrando ella.

-¿como eran?- Sam empezó a jugar con las puntas azules del cabello de Scracht- puedo decirte que eran sus demonios de acuerdo a su apariencia.

 -algunos parecían arañas gigantes- 

- esos son sus remordimientos, lo mas seguro debido a la ira-

-otros eran como perros desfigurados-

Resistiendo pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora