Cara o Sello

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El mítico otro lado " es distinto para cada uno de nosotros" o por lo menos eso era lo que solía decir Scracht a quien lo preguntara. La primera incursión que le toco hacer llego cuando era apenas un joven vampiro, tendría unos 30 años cuando Samantha descubrió por error la cualidad única del recluta Scracht  (como cada aliado el poseía una cualidad que solo él presentaba y que se suponía le fue entregada por Samael para su nueva vida, un don una ventaja que solo podía esgrimir porque era su derecho y su destino), varios aliados salieron heridos en un enfrentamiento contra los rebeldes, en la edad media solían suceder estos enfrentamientos, algunos ciudadanos de su sociedad no entendía que las reglas eran para regir a los hijos de Cain y a los de Samael también. Aquellos vampiros que consideraban las leyes un cuento de terror tenían la mala suerte de encontrarse con la Alianza, en aquella época eran muchísimos mas Aliados que en el presente, eran el ejercito de Samael, la ley encarnada, fueron el terror de todos y cada uno de los infractores , el nombre de Samantha pronunciado en susurro velados, nadie se atrevía a contradecirla en persona o abiertamente, excepto  los rebeldes, siempre habían rebeldes, reclamando reinados, derechos, en fin reclamando su muerte, Samantha no tenia el mejor carácter de todos (aunque a Scracht en especifico siempre le agrado eso de ella) , por lo que los enfrentamientos con los rebeldes eran comunes en esos tiempos.

Admitía que cuando entro al castillo que ocupaba la Alianza en ese entonces se quedó pasmado ante la escena, docenas de Aliados agonizantes yacían en el suelo, una especie de enfermería improvisada se desarrollaba en el lugar, varios de ellos estaban al borde, el fuego azul hacia aparición cada cierto tiempo, el destello azul inundando la periferia de su visual cada tanto, camino entre las filas  de sus compañeros en el suelo, observando a los heridos, Scracht aún no tenía permitido salir en misiones, eran muy joven, pero cada uno de estos Aliados se sentía como si fuese su carne, su hermano, eso sucedió cuando aún tenia esa visión de la Alianza y lo que representaba, un grupo al final le llamo la atención, Dante y Damos los otros dos reclutas junto a él, estaban inclinados sobre un cuerpo en el suelo, se acercó y el nudo que se le hizo en el pecho no se deshizo hasta pasadas varias horas, en el suelo tendido estaba Mario su instructor, el mismo que los despertaba todos los días desde hacia varios años para que bajara a entrenar y a comer, el mismo que prácticamente le había enseñado a ser un vampiro, Mario lo recibió cuando era un neonato, al igual que la mitad de los Aliados Scracht no nació siendo un hijo de la noche, el había vivido como humano durante 25 años y para morir levantándose de la tierra como un vampiro, un hijo de Samael. Por lo cual este tipo se hizo hecho cargo de él y su instrucción desde que puso el primer píe en las filas de la ley, Mario cuidaba de él y de cientos de otros reclutas a lo largo de  cientos de años, sintió la vida escurrirse de su mentor, podía ver el color abandonarlo y eso lo sorprendió, era algo palpable para Scracht como un manto siendo arrastrado del cuerpo de Mario, y con este el color lo abandonaba, la vida lo abandonaba.

Se puso en cuclillas junto al hombre y estiro la mano para tocar el manto, Dante y Damos no le prestaron atención en sus rostros se leía la misma cara de sorpresa que supuso estaba en su rostro, Scracht estaba también seguro que ninguno de los gemelos podía ver el manto, con cuidado acerco su mano y lo toco, como supuso era tangible, lo sorprendió que este era cálido, como la sangre, una calidez reconfortante, sin saber como entendió que esto era su soplo de vida, aferró el manto en su puño e intento subirlo para volver a cubrir a Mario no funcionó, le llamo la atención algo el sonido se fue apagando lentamente, ya no escuchaba a las mujeres y hombres sollozar de dolor, ni las ordenes siendo gritadas por el comandante mayor, se giro y todo se detuvo, lo único que seguía igual era el fuego azul de la muerte, subiendo en grandes columnas, tocando las vigas del salón, el olor amargo que dejaba también estaba presente, hizo un segundo intento de subir el manto para cubrir a Mario pero no resulto, por lo que lo tomo entre sus dos manos y en ese instante, cuando su mano izquierda, la que recientemente se había cubierto con los tatuajes rituales de un Aliado tocaron el manto, todo cambió, al punto que Scracht quiso gritar. al Salir de dicho lugar y encontrar a Mario consiente y los gemelos observándolo con desconcierto supo que no soñaba nada, su mentor lo tomo de las manos y lo abrazo con fuerza.

Resistiendo pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora