La foto que sostenía en mis manos era de hace ocho años atrás, en ella se podía ver a una Taika adolescente y a su madre, ambas eran muy similares físicamente. Me habló de ella, de sus gustos, de sus aficiones, de sus temores... Todo eso que yo ya podría saber sin necesidad de que me lo contase, pero tenía que admitir que oírla hablar fue un gusto.—Entonces... Todo pasó muy rápido, tenía una enfermedad terminal pero no se la detectaron hasta una semana antes de morir. Se me cayó el mundo encima como te dije la otra vez, si no fuera por mi novio no habría podido salir de la depresión en la que estaba.
—Tu novio se aprovechó de tu debilidad emocional —solté sin anestesia—. No te mereces eso, Taika, mereces a alguien que te haga sentir la verdadera magia en todo momento y no solo cuando tu mundo se cae.
—Es muy fácil hablar pero no voy a ser una egoísta ahora.
—¿Egoísta? —inquirí alzando una de mis cejas—. ¿Es egoísta pensar en tu bienestar? Porque estar con él te está consumiendo, corazón, creo que va siendo hora de que seas egoísta y te des cuenta de que ese hombre no es para ti.
Mis dedos acarician su oscuro cabello, medio enredado al no haber sido peinado, y me deleito mirándola a los ojos. Físicamente éramos muy distintos y creo que en todo lo demás parecíamos muy iguales. Mis palabras habían causado efecto en ella, pues estaba meditando una respuesta para darme, una que finalmente decidió guardarse para sí misma.
—Eres raro pero eres un buen chico, no me cansaré de decirlo —sonrió con los labios pegados y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, dejándome confuso con su acción. Detuve mis movimientos y me quedé quieto, creo que hasta se me olvidó como debía de respirar—. Te haré caso, tengo que terminar esta mierda de relación, soy joven y puedo conseguirme a alguien mejor.
—No necesitas a nadie para ser feliz, puedes estar sola —sugerí, intentando que las palabras tuvieran sentido al salir de mi boca.
Mi sistema todavía estaba un poco descolocado y todo gracias a su acción. Nunca una humana había causado reacciones similares a las que ella me estaba causando y eso no podía significar nada bueno.
—Estar sola es aburrido... Quizá debo de buscarme amigos nuevos, si termino mi relación con Acham sus amigos no van a querer saber nada de mi, ahí es donde me quedo completamente sola.
—¿Hola? ¿Te olvidas de mi existencia?
Su risa llegó a mis oídos como algo mágico, eso me iba a dar más años de vida de los que ya tenía asegurados. Negó con su cabeza haciendo que su cabello se moviera a la par y me miró con los ojitos achinados, producto de estar sonriendo.
—Tú nunca estás del todo, vienes y vas, eres como el viento o como la marea. Nunca permaneces —dejó escapar un pequeño suspiro y abrió su boca dispuesta a seguir hablando, lo habría hecho de no ser por el sonido del timbre. Alguien estaba del otro lado de la puerta, quizá era mi momento de esfumarme...
No. Definitivamente no podía esfumarme, no cuando ella acababa de decirme eso. Ningún humano se quejó de mi ausencia porque sabía que tenía a más que atender, pero ella todavía no me creía, y como no lo hacía pues tampoco sabía que no era la única... Bueno, por saber lo sabía porque se lo mencioné en alguna ocasión anterior, pero no quiere darse cuenta de que es la realidad.
Se levantó del sofá con curiosidad por saber quien había ido a visitarla, ¿acaso no era obvio? Porque para mi si que lo era... Y sin necesidad de ayudarme por la magia.
—¡Acham! No te esperaba hoy aquí —la incomodidad en su voz era más que notable—. La verdad es que quería hablar contigo de algo pero no sé si es el momento adecuado...
—¿Y por qué no iba a serlo? —entró sin haber sido invitado y recorrió el lugar con la mirada, por supuesto que al verme se puso de mal humor, aunque intentó disimularlo—. ¿Y él quien es?
¿Ya se había olvidado de mi?
Nah... Solo se estaba haciendo el tonto.
—Él es... —frunció ligeramente el ceño, intentado recordar mi nombre, pero lo cierto era que nunca se lo había dicho. Nadie en la Tierra sabía como me llamaba, incumplir las normas de mi mundo no era algo que me apareciera hacer—. Un amigo.
—Un amigo —repitió—. ¿Y por qué tienes un amigo en tu casa?
—Disculpa, pero eso ha sonado muy feo —intervine—. ¿Por qué no iba a tenerme aquí? ¿Acaso esperabas que me echara a la calle? No estaría mal la idea, así se asomaba a la ventana y hablábamos más cómodos, ¿no?
—¿Por qué te metes?
—Estáis hablando de mi, es lógico que me meta —me encogí de hombros para restarle importancia—. Si os molesta mi presencia me voy, creo que ahora tenéis que hablar de algo más importante que de mi.
Miro a Taika y le aseguro que por nada del mundo la dejaré sola, parece entenderme. No, eso no es complicidad, es magia. Salgo de casa para hacer el paripé pero no tardó demasiado en hacerme invisible y volver allí, me interesaba lo que pudiera pasar.
—Me voy y lo primero que haces es meter a un tío en tu casa, claro que si —refunfuña malhumorado—. No sé cómo no te puede dar vergüenza.
—Déjame hablar, anda —pidió, poniendo una mano en su cadera y mirándolo con una expresión de cansancio—. Hemos terminado. Esta relación está más que rota, Acham, que me haga la tonta no significa que lo sea... Me hicieron entrar en razón, me abrieron los ojos. Tú y yo fuimos pero ya no seremos.
—Te estás dejando influenciar por un tío que acabas de conocer y te vas a arrepentir toda la vida.
—Arrepentirse es algo que no va conmigo —dice señalando la puerta con la mirada—. Por favor, vete, quizá podemos quedar como amigos.
—Yo no quiero ser amigo tuyo... —negó con la cabeza—. Yo a ti te quiero sin ropa en mi cama, no tomando cervezas conmigo de madrugada.
—Si me quisieras de verdad me querrías para ambas cosas. Ahora, si no entiendes ella diferencia entre querer y desear, es tu problema. Vete, no de mi casa, de mi vida.
Musitó un por favor apenas audible al finalizar, tan dura por fuerza y tan sensible por dentro. Iba a romperse, como una copa de cristal cuando aterrizaba en el suelo, nada más él pusiera un pie fuera de su casa. Dolía. Pero con el tiempo dejaría de hacerlo y se daría cuenta de que eso había sido lo más liberador que pudo hacer jamás.
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Polvos Mágicos
Fantasy¿Y si te dijera que la magia existe? ¿Qué tus deseos sí pueden cumplirse? ¿Y que para ello solo se necesita a una persona especial?