¿Qué es la magia? ¿Qué consideras mágico?A veces la magia no es más que los pequeños detalles que no apreciamos a simple vista, quizá en ese abrazo que te quita la respiración, también la podemos encontrar en esa canción que nos aprieta el estómago cuando la escuchamos... Y sobre todo en las personas, estos seres que están tan llenos de magia como nosotros, la única diferencia es que ellos no lo saben.
¿Todo se puede con la magia?
No, claro que no. En nuestro mundo hay reglas tan estrictas como la constitución en un país.
No podemos interferir en el tiempo, ni en la muerte, en muchas ocasiones tampoco en la salud. Pero sobre todo, no podíamos tener afinación con los humanos. Las relaciones amorosas nos podían costar la magia y la vida. Mi familia, sin ir más lejos, era el claro ejemplo de esto; mi madre, hace miles de años, se enamoró de un apuesto humano... Y yo soy el fruto de su amor.
Supongo que por eso siempre fui un tanto discriminado por mi sociedad, pues era uno de los pocos que tenían parte humana. Aunque ese era un pequeño dato sin importancia, pues era un ser mágico como cualquier otro y cumplía las mismas funciones: satisfacer a los humanos en sus caprichos.
¿Cómo funciona esto?
A cada ser nos designan una docena de personas, repartidas por el mundo para que no se conozcan entre sí, para que podamos ayudarles con nuestra magia cuando más nos necesitan. Claro que muchos solo nos utilizan por capricho, pero no podemos negarnos ya que nuestra función es servirlos.
—¡Ser mágico, por favor, ando necesitando de tu ayuda en estos momentos! —la petición de una de mis humanas me baja de la nube y me obliga a chasquear los dedos para aparecer frente a ella.
Sulymar.
El drama personificado.
—Oh, gracias a Dios que estás aquí —se lleva las manos a la cabeza mientras camina de un lado a otro por su habitación—. Mañana tengo un examen y no he estudiado una mierda porque me pasé el día leyendo, soy una inconsciente y no volverá a pasar, pero ahora necesito que hagas de tu magia y me ayudes...
Hago el mayor esfuerzo para no reírme pero fracaso en el intento y termino soltando una carcajada, ella me regresa a mirar con indignación, obligándome a volver a ponerme serio. A cualquiera otra se lo habría creído, pero a Sulymar ya la conocía desde hace años y sabía de sobra que era siempre lo mismo, su pasión por la lectura a veces le traía inconvenientes.
—¿No volverá a pasar? —repetí su pregunta al tiempo que enarcaba una ceja—. Eso dijiste la última vez, y la anterior, y la...
—¡Lo he pillado! —me cortó, poniéndome mala cara—. Venga, eres mi ser mágico, no puedes negarte...
—Esto no es algo importante, Suly —hablé, ladeando la cabeza y mirándola con atención. En estos momentos me doy cuenta de que la he malcriado demasiado—. Debes de entender que tengo a más chicos a los que servir, quizá con cosas más importantes, te estás volviendo una adolescente caprichosa porque sabes que te brindaré mi ayuda en todo momento y sin importar lo que hayas hecho, pero no siempre será así y cuanto antes te hagas a la idea, mejor. Estudiar es algo que tú debes de hacer, es tu responsabilidad, no puedes escapar por la vía fácil y mandarme a mi algo que está en tus manos.
Regañar no era mi punto fuerte, de hecho era algo que no me gustaba nada pero que tenía que hacer para que aprendieran la lección. Mi función no era consentirlos en todo sino también enseñarles cómo debían de ser las cosas y llevarlos por el buen camino.
Vi como hacía un mohín con sus labios, probablemente pensando que no la ayudaría, pero estaba equivocada. Yo siempre iba a ayudarla, al menos siempre que pudiera hacerlo.
Metí una de mis manos en el bolsillo de mi pantalón y simulé sacar polvos de color dorado, acto seguido soplé sobre mi mano para que estos cayeran encima de ella, quien sonrió ampliamente al ver mi conocida acción.
Si, podía hacer polvos con solo chasquear los dedos pero era más divertido que pensaran que los llevaba en el bolsillo. Incluso podía hacer magia sin necesidad de los polvos, pero iba a la manera tradicional, incluso con algún humano tenía que usar varita porque de lo contrario pensaban que la magia no haría efecto.
—Suerte en tu examen de mañana, aunque no la vas a necesitar —murmuré divertido.
Chilla eufórica, contagiándome su alegría, y corre hasta mis brazos mientras repite una y otra vez palabras de agradecimiento. Me gustaban las muestras de afecto, por mucho que estuvieran prohibidas, era un punto agradable de los humanos. Los seres mágicos no se asimilaban en nada, pues no había necesidad de abrazarse ni de besarse para mostrar cariño, en mi opinión resultaba más aburrido.
—Eres el mejor ser mágico que tengo.
—Como si tuvieras otro, mocosa —la despeiné mientras reía.
En ese momento escuché los sollozos de otra humana, una que hasta el momento no conocía y que al parecer estaba designada a mi. Tenía diez humanos a los que consentía, así que todavía me faltaban dos por conocer, una de ellas era la que estaba escuchando llorar en esos momentos. Me despedí de Sulymar antes de chasquear mis dedos y teletransportarme al lugar en donde me necesitaban.
Era una chica joven, quizá de unos veintitantos años de edad, lloraba desconsolada mientras se abrazaba a sus rodillas. Sus pensamientos se escuchaban también en mi mente, haciéndome saber lo que estaba viviendo. Las marcas de sus muñecas me hicieron entrar en pánico, quizá debería de haber aparecido antes para evitar esto...
Al sentir mi presencia alza la mirada e intenta limpiar sus lágrimas con su antebrazo.
—Taika... —susurré su nombre mientas me acercaba a ella—. Soy un ser mágico, seguro que esto para ti es raro pero...
Antes de que pueda terminar el perfecto discurso que tenía planeado se echa a reír, dejándome desconcertado. Si no pudiera escuchar lo que piensa estaría muy confuso, pero como puedo hacerlo sé que es porque piensa que se ha vuelto loca.
—Esto está pasando —aclaré—, la magia existe y nosotros los seres mágicos también. No todos los humanos tienen la suerte de tener uno así que puedes sentirte afortunada.
—No vengas con cuentos baratos, por favor, si es una excusa para ligar conmigo déjame decirte que tengo novio —aclaró, haciéndome fruncir el ceño—. Además, ¿quien se creerá eso de la magia?
—¿No crees en la magia?
—Soy escéptica —confesó, mirándome a los ojos—. Así que no creo en seres mágicos ni en ángeles, ni en nada que se te cruce por la cabeza.
—Somos de diferentes categorías los seres mágicos y los ángeles —arrugué mi nariz—, pero ambos existimos.
—Ya, si pretendes que me crea eso vas apañado —suspiró, negando con su cabeza, moviendo su cabello a la par—. Por favor, vete por donde has venido, estaba ocupada llorando.
—Taika, estoy aquí porque me necesitas...
–No, yo no necesito a nadie y menos a ti, una persona que no conozco en lo más mínimo y que viene a venderme cuentos chinos —ataca, poniéndose de pie y caminando para alejarse de mi.
Una punzada de culpa atraviesa mi estómago porque nunca antes me ha pasado algo similar, quizá desconfiaban pero me dieron la oportunidad de demostrarles lo que era, ella me rechazó de primeras aun sabiendo que me necesitaba.
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Polvos Mágicos
Фэнтези¿Y si te dijera que la magia existe? ¿Qué tus deseos sí pueden cumplirse? ¿Y que para ello solo se necesita a una persona especial?