Capítulo veinte

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Por primera vez en mis largos años de vida me estaban temblando las piernas, me sentía impaciente, no sabía como iba a explicarle a Taika algo que ni siquiera yo sabía. La última vez no me había ni despedido, simplemente me la saqué de encima repitiendo palabras muy similares todo el tiempo sobre la estúpida marca brillante que tenía en el pecho. A ella no le había gustado mi reacción, era notable, así que no sé qué tan bien se podía tomar ahora la vuelta como si nada.

Me había colado en su habitación sin siquiera tener su consentimiento, ¿podía echarme de allí a patadas? Si, por supuesto que podía. Conociendo a Taika era casi de esperar que así lo hiciera... Pero como decían los humanos "voy a cruzar los dedos".

La suerte no existe, pero creyendo lo contrario a veces nos sentimos más tranquilos, así que vamos a recurrir a la opción fácil.

Dejo de escuchar el sonido del agua de la ducha, tomo una profunda respiración antes de levantar la mirada a la puerta del baño cuando se abre. Ella sale envuelta en una toalla de color azul y con el cabello mojado pegándose en sus hombros, goteando, dejando un rastro de humedad por donde pasa. Al verme detiene sus pasos y se lleva una mano al pecho.

—No he gritado, pero eso no quita que me hayas dado un susto de muerte —murmuró por lo bajo.

—Lo siento, no era mi intención —admití.

—Tranqui, sería raro que tú no me asustaras... Es algo que siempre haces, te caracteriza —se encogió de hombros como si no tuviera la más mínima importancia—. No llevo nada debajo de la toalla, ¿te importa salir un momento mientras me visto? No tardaré demasiado, después podemos hablar de tu problema.

Mi problema, claro.

Asentí ligeramente con la cabeza sin saber que más podía hacer y salí de su habitación para darle privacidad.

Y pensar que yo estuve a tan solo minutos de tenerla desnuda en mis brazos...

No pasó, pero aún así esa idea no era capaz de borrarse de mi cabeza. Debía de controlar mis instintos humanos antes de que me pasasen factura como ser mágico, a la vista estaba que ella dichosa runa se activaba en momentos sexuales... Ya fueran físicos o por el pensamiento, pues después de haber visto el "futuro" con aquello que me dio a probar Praux volvió a iluminarse.

¿Qué mal había hecho yo para que me castigasen de esa manera?

Claro que el primer pensamiento fue que era obra de mi madre. Ella se acostó con un humano y aquí está el error de su vida, supongo que eso me llevó a pensar que era una advertencia para no hacer lo mismo. Pero esa teoría está descartada.

Tenía que confiar en que Praux investigaría, ya no solo por mi sino también para alimentar su curiosidad. Habíamos hecho un trato, ¿no? Aunque las brujas no eran especialmente conocidas por cumplir su palabra, lo hacían pero a su manera no como se les pedía, siempre había efectos secundarios.

—Ya puedes pasar —la voz de Taika me sacó de mis pensamientos de nuevo, acto seguido me abrió la puerta de su habitación para dejarme pasar.

Vestía de blanco de arriba a abajo, el color le resaltaba el moreno de su piel e hizo que se me dibujara una sonrisa tonta en la boca. El top era apretado y le presionaba los pechos el uno contra el otro; el pantalón era más bien lo contrario, era flojo, de esos que se vestían por simple comodidad, los tenis eran sencillos, de ninguna marca conocida y sin estampado.

—¿Hablaste con tu madre?

—No, ella está encerrada.

—¿Encerrada? —alzó sus cejas y me miró, arrepentida de haber sacado el tema de conversación—. Dios mío, ¿pero que hizo?

—Las cosas ahí arriba están complicadas, los que mandaban ya no están y los nuevos son más exigentes. Mi madre cometió el mayor error entre los seres mágicos, se acostó con un humano y tuvo un hijo con él, solo le están haciendo pagar por haber incumplido las normas.

—Lo siento, ella no se merecía eso.

—No lo sientas —negué con la cabeza, en realidad si que lo merecía. Podía ser mi madre y podía quererla mucho, aunque ella no me correspondiera esos sentimientos. Quizá no le venía mal que de vez en cuando se lo recordasen.

—¿Que ha pasado entonces? ¿Por qué has tardado tanto tiempo?

Claro, para ella habían pasado días. El tiempo aquí en la Tierra pasaba mucho más rápido que en cualquier otro mundo (de los mágicos). Para mi no había sido tanto, pero ella tuvo una espera mayor. No quería imaginarme a Taika enfadada conmigo por lo sucedido ni tampoco angustiada por no saber que me había pasado.

—Fui a hablar con una bruja.

—¿Con una bruja? Aquí también hay brujas, te adivinan el futuro y esas cosas, aunque yo no creo en ellas, me parecen unas estafadoras.

—Lo son, esas son simples mortales que quieren jugar engañando a los humanos con sus trucos baratos —chasqueé mi lengua. Las brujas detestaban a las que se hacían pasar por ellas. En realidad, cualquiera que perteneciera al mundo de la magia detestaba a los farsantes—. Estoy hablando de una bruja de verdad, Taika, del reino de las brujas.

—¿Tienen un reino?

—Si —murmuré con obviedad—. Todas las criaturas mágicas tienen su propio reino, no vivimos juntos, sería un desastre si lo hiciéramos.

Estaba intrigada, se le veía en los ojos que tenía ganas de seguir preguntando sobre el tema pero en lugar de ello sacudió la cabeza, moviendo sus rizos que estaban ahora presos en una coleta alta, y volvió al tema de conversación principal.

—¿Que te dijo la bruja?

—Praux, llamémosla por su nombre —reí, sabiendo que los humanos asociaban las brujas con todo lo malo que había en el mundo. Podría tener una profunda conversación sobre eso, pero en su lugar decidí contarle exactamente como habían sido las cosas.

Bueno, exactamente, pero omitiendo la parte donde me bebía aquello que me hizo vernos en un futuro... Eso era mejor que no lo supiera.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2022 ⏰

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