Capítulo seis

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Muchas veces nos replanteamos el tema de la magia, incluso nosotros que vivimos con ella, pues es algo tan extraordinario y sin explicación...

—¿Puedes interferir en alguien más si el deseo lo hago yo? —la pregunta de May me devuelve a la realidad, haciéndome fruncir el ceño con confusión. Nunca nadie había hecho semejante cosa, cuando pedían algo era para sí mismos.

—Supongo que si puedo hacerlo —admití, pero la verdad era que ni siquiera lo había probado—. ¿Que deseas, May?

Sonrió con falsa inocencia y me mostró una foto de esos cantantes que le gustaban a ella, One Direction si no recordaba mal. Empezó a hablarme de dos de ellos, Harry Styles y Louis Tomlinson, y de una supuesta relación entre ellos. La escuché con atención porque ya sabía por donde iban los tiros. No podía hacer que ese grupo volviera, pues que se separaran había sido un deseo de su propio manager, no podíamos rehacer los deseos.

—Quiero que se confirme Larry —pidió, mirándome con carita de súplica.

—¿Qué? ¿Larry? —pregunté alzando mis cejas.

—La relación de Louis y Harry —murmuró con obviedad—. Anda, tú eres un ser mágico y puedes hacerlo... Ellos se merecen ser libres.

—¿Sabes a ciencia cierta que ellos están juntos? —inquirí—. Porque de lo contrario no puedo enamorar a dos hombres así sin más y hacer que confirmen su relación ante sus fans y los medios públicos. Sería algo insensato.

—Te digo yo que están juntos y muy enamorados —asintió con su cabeza—. Ahora lo tuyo, por favor.

Suspiré resignado y saqué polvos mágicos de mi bolsillo derecho para después soplarlos encima de la humana, poco después sonó su teléfono móvil indicándole que Harry Styles acababa de subir una foto a su Instagram. Fue rápida en tomarlo y entrar a su perfil, chilló de alegría al ver que era una en la que salía con Louis y de pie de foto simplemente había una carita feliz.

—Me estoy muriendo —dramatizó, llevándose una mano al pecho y enseñándome la foto—. Soy la persona más feliz del mundo en este instante.

—No sabes cuanto me alegra escuchar eso, May —reí negando con la cabeza—. Si eso es todo, entonces creo que mi trabajo aquí ha terminado.

—¡Muchas gracias! —gritó al ver que estaba a punto de irme, yo me limité a guiñarle un ojo antes de hacerlo.

Mi existencia se limitaba a eso, ¿no? A cumplirle los caprichos a los humanos y satisfacerme a mí mismo con eso. Viajes, dinero, libros, relaciones... Y de vez en cuando deseos raros como el de hoy, solo esperaba que eso no le trajera problemas a Harry y Louis, quizá debí de consultar con ellos antes de obrar por mi cuenta.

No iba a volver a casa, no después de todo lo que había sucedido, y la idea de volver a visitar a Taika estaba cada vez más presente en su mente. Sabía que en su país ya sería de noche pero quería asegurarme de que seguía bien, que no había ningún problema con su salud ni con su novio.

Así lo hice. Me encargué de cerrar la ventana de su habitación que había quedado entreabierta y dejaba entrar la corriente, estaba a oscuras pero al ser un ser mágico podía ver con claridad sin necesidad de encender la luz. Algunas ventajas tenía que tener.

Yacía sobre la cama y sin estar tapada por las sábanas. Su oscuro cabello estaba derramado por la almohada de forma desordenada. Llevaba puesto un camisón de seda blanco, no tenía mangas y dibujaba su figura como lo haría la tela mojada. Me percaté de que la estaba observando más de lo necesario pero aún así me negaba a apartar mis ojos de ella.

Su suave respiración flotaba en el silencio. Me obligué a mí mismo a hacer lo correcto, tomé su cuerpo con delicadeza y con cuidado de no despertarla y la dejé debajo de las sábanas, en seguida buscó su postura más cómoda y dejó escapar un suspiro entre sueños.

No fue hasta la mañana siguiente que despertó, yo tuve que hacerme invisible si no quería causarle un ataque al corazón desde tan temprano. Lo que no me esperaba era que se sacara el camisón y caminara por la habitación sin preocupaciones, tomó unas toallas y se adentró en el baño al tiempo que yo salía de allí para no ver más de lo debido. ¿Qué se supone que iba a decirle? Perdona, he pasado la noche contigo porque no tenía a donde ir y este me pareció el sitio más adecuado. No, quedamos en que no iba a asustarla y que me comportaría como un humano común.

Esperé aproximadamente los veinte minutos que supe que tardaría en ducharse y vestirse para después tocar la puerta de su casa con mis nudillos. Tardó un poco en bajar a abrir mientras que se escuchaban los gritos dentro de la casa de "ya voy, ya estoy yendo".

—Tú siempre tan oportuno...

—Estás descalza —señalé al verla en calcetines—. Vas a resfriarte si sigues andando por casa sin calzado.

—Suenas como un señor mayor —bufó antes de indicarme que pasase—. ¿Qué haces por aquí tan temprano?

—No tenía a donde ir y tú me agradas —admití—. Discutí con mi madre.

—Eso es una mierda —dejó una de sus manos en mi hombro y torció una sonrisa en sus labios—. Pero tienes que arreglar las cosas con ella, tú al menos tienes una, ¿sabes?

—Descuida, mi madre es inmortal.

Lo era porque no era humana pero ella se carcajeó pensando que estaba bromeando.

—Hablo en serio... ¿Y que hay de tu padre?

—Ni siquiera lo conozco —confesé—, soy idéntico a mi madre pero tengo los defectos de mi padre. No tengo alma gemela por ser medio humano, ni tampoco viviré por siempre, sé que lo haré miles de años más que un humano promedio pero nunca llegaré a ser como uno de ellos. Soy inferior, Taika.

—No eres inferior por nada, no digas tonterías —frunció su ceño mirándome—. ¿Eres físicamente como tu madre? —asiento, porque mis ojos claros los había heredado de ella y también el cabello, solo que el mío no tenía ondas de forma natural como el suyo. Claro que a veces yo mismo me rizaba el pelo para probar otros estilos—. Debe de ser una mujer muy hermosa.

—Lo es —asentí, esperaba que sus hijas también se parecieran a ella porque con una cara bonita ya tenían mucho ganado—. Pero no quiero hablar de mi madre. ¿Por qué no me hablas de la tuya? ¿Cómo era?

Suspira pero finalmente asiente y empieza a hablarme de la mujer que le dio la vida y que también se la llevó.

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