Perth es un Psicólogo que recién se graduó de la universidad, se va a celebrar con sus amigos y acaba tan borracho que despierta en un hotel sin recordar nada, ni siquiera que había llegado acompañado...
Es se convierte en una experiencia traumática...
Al principio me sentí incómodo cuando Perth descubrió que me había excitado durante la noche y me avergoncé. Pero en el momento que su mano me tocó y me hizo gemir de placer todo eso desapareció, y después mi vergüenza regresó.
- Perth... Amor... Ahh... Aahhh... Mi Tigre... AAHHH... - Llené su mano de semen, él se sorprende y luego me mira.
- ¿En serio acabas de...?
No podía permitir que lo dijera, ya estaba lo suficientemente avergonzado como para también escuchar que por primera vez, no pude aguantar hasta que ambos llegáramos juntos, pero no es mi culpa, estoy tan caliente que no lo tolero y mi excitación puede más que yo.
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Por eso lo besé, le robé el beso más apasionado, desesperado y lleno de lujuria cómo jamás lo había hecho. Deseo tanto tenerlo cerca de mí, sentirlo mío, que se me arroje encima y me haga suplicar su misericordia, eso es lo que este bebé me está haciendo.
- ¡Tócame otra vez!
Solo con besarlo, mi erección se volvió rígida y gruesa con rapidez, estaba tan excitado pero me estaba costando contenerme. Mi cuerpo temblaba en sus caricias y mi boca emitía fuertes gemidos mezclados con jadeos sobre sus labios mientras me besaba.
- AAHHH... PERTH...
Por segunda vez no duré nada, acabé llenado otra vez la mano de mi tigre con mi semen y quise salir corriendo de ahí. Llegué a la puerta del baño porque quería darme una ducha y bajar mi calentura; pero Perth me alcanzó, me puso contra la puerta y empezó a besarme.
- ¿Adónde vas? ¡Esto apenas empieza!
- No estoy durando casi nada amor.
- ¿Y qué? ¡Eso es lo que me tiene frente a ti ahora, suplicando que vuelvas a la cama conmigo!
Me entrego a sus labios de nuevo, quito su ropa por completo, él quitó mi ropa interior que era todo lo que había en mi cuerpo. Luego, entre besos desesperados, me llevó de nuevo a la cama y me acostó suavemente, lo que me dejó con la boca abierta, antes no ha sido así de cuidadoso.
- ¡No voy a romperme!
- ¿Y nuestro hijo qué? ¡Aún no sé si es niño o niña; pero ya lo amo y quiero protegerlo!
- ¡Bésame tigre!
Con un poco de saliva humedeció su miembro endurecido por mi causa y lentamente lo metió en mi interior mientras se comía mi boca. Estaba siendo tan cuidadoso, pero al mismo tiempo tan lujurioso, que me arrancaba fuertes y quejosos gemidos.
Nuevamente tuve una erección, era tan delicioso entregarme a Perth de esta forma tan apasionada, como si necesitara esos orgasmos. Cosa que en verdad necesito, porque antes de que él terminara, yo volví a manchar nuestros cuerpo con mi semen, y sí, me avergoncé de nuevo.
