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Por la mañana había despertado por la necedad de Helmut al peinarle. No era que no le gustara, solo le encantaba hacerlo desatinar mientras se movía y no lo dejaba terminar.
— Deja de moverte...
— Me molesta que estés agarrando mi cabello, Zemo
— Me encanta hacerlo. Así que cállate. — le dio un leve jalón de un mechón
— Sigue haciendo eso para que me dejes sin cabello — se quejó James
— Te quejas mucho, Jamie
— Jalas mi cabello y te enoja que te lo diga, ¿qué hago?
— Solo estoy peinando tu desastre mañanero, dame unos minutos y no estés de bobo llorón
— ¿Llorón?
— Si, llorón — afirmó Zemo
— Acaba rápido, quiero salir a comprar cualquier cosa.
— No me estés apurando. Aguanta y cállate — repitió por segunda vez Zemo
Sentía que le acomodaba el cabello, mientras desenredaba algunos mechones rebeldes. El suave pasar del cepillo entre sus cabellos era relajante, después de todo.
Dejó unos mechones de cabello sueltos tan enfrente como atrás. Le hizo un amarre un tanto flojo para, finalmente, acomodar el cabello, de enfrente, por detrás de sus orejas. Dio unos leves toques en la parte de su frente y sonrió satisfecho. Pasados unos minutos, al fin había terminado.
— ¿Ya? — sonó impaciente
— Jamie quedaste perfecto. Tan precioso...
— ¡No me digas eso! — un leve sonrojo coloreo sus mejillas
— Así te vez mejor, cariño...
Le dio un beso en las manos después de escuchar el cumplido de parte de él. Solo podía hacer esos comentarios después de peinar su "desastre mañanero", según sus propias palabras.
Porque sí, aunque se quejase de que siempre lo peina o agarra su cabello, amaba la sensación de sus manos cuidándolo, de alguna manera.
— Te amo, y gracias por peinar mi cabello, amor.
— De nada, cariño. Me encanta hacerlo — sonrió Zemo con amor
