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El sol tan radiante y brillante. El calor era excepcionalmente perfecto. Ver el atardecer no eran tan cotidiano pero disfrutar hacerlo contaba con un sentimiento extraño de regocijo. Podía ser en la playa, la carretera e incluso en su hogar al terminar su jornada laboral.
Hoy era uno de esos días "especiales". Un momento especial donde no existía nada más qué ellos dos. Huían de sus obligaciones y se escondían en el bosque, cerca de un pastizal con un lago de lado.
Lo que provocaba que el lugar pareciese espléndido, era la preciosa vista que otorgaba en el atardecer. Ambos tenían una fascinación por esa maravilla natural. Un matrimonio feliz que su compañía era lo necesario y urgente en cualquier universo y vida que les tocase.
Sentados en el pasto en dirección al sol. Uno a lado del otro, sintiendo sus propias energías y "casi" pensamientos. Era cerca de 19:06, el sol se escondía despacio mientras sus intensidad disminuía.
La vista con tonos café y naranja hacían juego con sus emociones dulces e inefables. Palabras que tan Helmut y James reconocían mutuamente sin necesidad de pronunciarlas. El amor y sus pequeños momentos eran insuperables.
— Nunca me canso de ver esto... — habló Zemo
— Es tan especial, que compartirlo contigo es mejor, Helmut. — sonrió en su dirección
— Jamie...
— Gracias por todo. — le tomó de la mano
— A ti, gracias por existir y ser mi todo. — recargó su cabeza en el hombro de James
Así, ambos disfrutaron de su compañía mientras admiraban el atardecer que les ofrecía el día. Eso era su amor.
