Las cosas a veces no salen como deseamos, al menos no para Leyla Oskan, una estudiante de la universidad que desea salir adelante y crear su propio imperio sin depender de nadie, pero eso cambia cuando alguien ofrece ayudarle a crecer: su profesor...
"¿Cómo dejo de pensar en eso ahora que ya te tuve?"
LEYLA OSKAN
Ya estoy en la universidad, mis amigos no los veo después de aquella noche en la despedida de solteros, esto es increíble, por lo que tengo que entrar a mi primera sesión de pintura.
Recibo un mensaje de Irem, que raro.
—Leyla, no podré ir a la universidad, dile al profesor que me enfermé, es de verdad, desde que tomé antes de anoche, no puedo dejar de vomitar.
—Vale Irem, debiste usar protección.
Le dejo el mensaje chistosamente y me retiro a clases, estoy ansiosa por comenzar a pintar todo lo que tengo en mente y que vaya de acuerdo a las indicaciones del profesor.
Cuando llego al aula, solamente veo un estudiante en una esquina y yo en mi asiento, ¿qué le pasa a la facultad hoy?
—Buenos días, señorita Oskan, que bueno que llegó a tiempo, creo que hoy solo ustedes dos no tendrán castigo.
Miro confundida, ¿qué castigo?, ¿de qué me perdí?
—Bueno, ni la señorita Irem, ¿sabe que le ha pasado?
—Me ha dejado un mensaje profesor, me dice que se siente muy enferma y tiene fiebre alta, por eso no pudo asistir.
—Perfecto, eso se comprende, pero dígale que mañana no puede faltar, tenemos clases de práctica en estos días.
—¿Y los demás?
—Pues, verás, se pasaron de listos haciendo bromas, como que estar en la universidad no les quita lo niños que son, ensuciaron las pizarras con dibujos obscenos, en mi clase venimos a pintar, pero no groserías, esa etapa pasó en la escuela.
—Vaya, que falta de respeto, menos mal que no estábamos.
—Exacto, bueno, vamos a comenzar a pintar en el lienzo las técnicas que le daré.
Me quedo fijamente concentrada, mirando a mi profesor, su físico se ve que está bien trabajado, que rico se ve la persona que me enseña, estas clases, si quiere lo pinto contra la pared y lo beso, para que me dé su pincel y lo acaricie en mi lienzo.
¡Rayos!, no quiero más pensamientos húmedos, esto se sale de control.
Sigo con los apuntes, miro que los trazos que hace en su lienzo con la pintura son limpios y bien detallados.
—Deben crear para mí esa misma pintura antes de acabar la clase, tienen una hora para hacer eso, sin excusas, por favor.
Ay, es lindo y todo, pero es un poco pesado cuando se trata de su clase.
Saco toda mi pintura y comienzo a originar una que sea exactamente igual que la pintura que ha hecho el profesor, es justo lo que tengo que hacer y me agrada tener la capacidad de poder hacerlo.
Mi concentración es a tope, más porque ha colocado uno de los mejores instrumentales para la inspiración, eso es fenomenal.
Este profesor es experto, es increíble lo bien que pinta y lo rápido que le ha dado los últimos detalles, es admirable, me gusta mucho cómo trabaja.
Sigo haciendo mis trazos y él va a inspeccionar todo el proceso de nosotros. Escucho que corrige a mi compañero, el cual se le ve irritado a raíz de esto.
Veo que acerca su rostro por mi hombro, haciendo que me corra un escalofrío en todo mi cuerpo, es un hombre sensacional, sin embargo, no puedo negar que me está poniendo nerviosa.
—Admito que te está quedando mejor que a mí, Oskan.
Trago en seco, tengo su voz ronca en mi oído, que atrevido, aun así, me gusta demasiado lo que hace y eso de hablarme al oído me hace querer que no se detenga.
—Gracias, profesor, cada día trato de mejorar mis técnicas.
—Serás una profesional en esto, se nota la pasión que le pones.
Sonrío y él me lo devuelve.
Me sujeta un poco de la cintura para moverse, ese toque me ha estremecido, pero lo ignoraré por completo, ya que si me pongo a ponerle atención me va a empezar a gustar mi profesor y no debo hacerlo.
Sigo en lo mío, solo espero que no me vuelva a dar desconcentración parándose a mi lado.
—Cuando terminen lo que tienen que hacer, me lo enseñan, se los califico y se pueden retirar a sus hogares, hoy habrá una charla de profesores y no podremos impartir clase más horas.
Eso me gusta, así puedo compartir con mis amigos.
—Gracias. Señor Yildiz.
Guiña uno de sus ojos, me gusta mucho la manera en la que me mira, esto hace que una corriente eléctrica pase por mi cuerpo, ¿qué cosas empiezo a sentir e imaginar por él?, no es adecuado, además, puedo notar lo respetuoso que es, no puedo tan siquiera ilusionarme, nunca tendría un hombre de esa categoría cerca de mí, aunque soy hermosa, al menos un poco, lo admito, no tengo nada que ofrecer.
Muchos solo les importan el sexo, pero ya creo que es hora de entregarle mi ser a alguien, es cuestión de que aparezca la persona correcta.
Termino mi pintura y se la enseño al profesor, mientras la evalúa.
—Te felicito, hay detalles que han quedado mejores que la que he hecho yo, es por eso que en este momento eres la estudiante con mejor dibujo y calificación de este recinto.
Sonrío, mi padre y mi madre estarían orgullosos de mí si lo escucharan, les contaré, eso me encanta en todo el sentido de la palabra, que se note que de verdad soy buena en algo, más si me gusta.
—Gracias, profesor, eso me alegra, ¿me puedo retirar?
—Sí, claro, tenga buen día.
Iba a tomar mis cosas, no obstante, me sujeta de la muñeca para que no me vaya. Mis mejillas se ruborizan, me estoy sintiendo tensa.
—¿S-se le ofrece algo, profesor?—asiente sin dejar de mirarme un segundo.
—Por supuesto, mañana, por favor, necesito que pase por mi oficina a las diez de la mañana, ¿puede?
—Claro que sí, ahí estaré.
Me da la mano y mis nervios se presentan, su sonrisa coqueta me intimida, no sé qué querrá conmigo, pero ni modo, es lo que puedo aceptar ahora, no te ilusiones, solo está siendo amable, Leyla, relájate.
Sigue siendo una excelente estudiante, eso es justo lo que mereces después de tanto esfuerzo...
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