Capítulo doce: El horario.

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Negué rápido, tenía que entregar esto rápido, camine hasta las escaleras y al girar para bajar me encontré con Ronald y Víctor subiendo otras cosas.

— Hey — el rubio me saludo, con un bolso negro en su brazo, parecido al que yo tenía en mis manos.

Yo también lo salude y caminamos hasta donde estaban los estantes, ordenando todas las cosas de mejor manera.

Duramos un tiempo ahí, y no porque fueran tantas cosas, si no de que manera las colocabamos y en qué lugar, Ronald no dejaba de pelear conmigo ya que según el, todo lo hacía mal.

— Así no — me reprendió.

En mis manos había una bolsa de pan para sandwiches, lo había puesto de todas las maneras posibles, volque los ojos y lo mire con fastidio.

— ya no se cómo ponerlo— solté con una pizca de molestia.

— ¿no ves como están las otras bolsas? — las mire y mire la que tenía en mis manos, está vez la coloque de igual manera que estaban las demás— ¡Así no!

«Hay que lanzarle la bolsa de pan en la cara.» respire y me contuve con todas mis fuerzas para no actuar de una manera inmadura y desquitarme todos los regaños que hasta ahora me había dado.

Me aparte y alce ambas manos en un ademán de rendición, mire por un momento a Víctor quien tenía sus ojos en nosotros con cautela, Ronald y yo parecíamos bombas que explotarían en cualquier momento, y Víctor estaba en el medio.

Mi amigo tomo el objeto y lo movió aún lado, dejando ver al muñeco que estaba en la bolsa.

— ahora sí, está como las demás bolsas— me miró y mis ojos solo quedaron en el muñeco— perfecto— en su rostro se dibujo una sonrisa.

No quería juzgar a Ronald, sabía perfectamente que el no hacía estas cosas por molestar, de hecho me había dado cuenta que este chico tenía una rara obsesión por ordenarlo todo, por un momento pensé que tendría algún síndrome, pero lo deje de lado y nunca lo hablé con el.

Volque los ojos, y seguí acomodando las cosas.

— Así no, terri— mis ojos se encontraron con los suyos.

— Una más— lo señale con mi dedo índice— y lo arreglarás tu solo, genio.

Ronald frunció el ceño y yo seguí con lo mío, ya no nos faltaba nada. Después limpiamos el suelo y todo había quedado perfecto.

— ¿Y ahora que sigue ? — Ronald se froto las manos y yo solo pensé en no volver a arreglar nada con el.

— Bien, queda esperar a Isabella— alce ambas manos para amarrar mi cabello rebelde, cuando estaba peinado era sencillo mantenerlo fuera de mi cara.

—¿Que tienes en mente?— Victor se acercó a mí dandome un lazo, y yo lo tome.

Después de tener mi cabello totalmente fuera de mis ojos hablé.

— Si estaremos aquí debemos tener todo en orden— ambos asintieron — y Isabella tiene algunos horarios, tenía en mente que Ronald se encargará de todo esto— señale el lugar donde habíamos arreglado todo.

— Vale está noche, podemos hablar con los chicos, y después hablaremos con todos los que están aquí— Victor propuso y yo asentí.

Después de eso, el rubio se fue a un lugar que desconozco y yo bajé para buscar a Isabella.

Está aún seguía en la cocina, alzó su mirada y me encontró. con sus manos me indico que llegara a su lado.

— Bien— paso varias hojas—  aquí está, quien puede entrar al baño y quién no, a tantas horas.— en la hoja se veía que de 6:00am a las 12 del medio día estarían las chicas, y los chicos estarían de 1:00pm hasta las 6:00pm—A las 7 de la mañana será entregado el desayuno, el almuerzo de 12:00 a 1:30, y la cena será de 8:30 a 9:00pm y punto, quien haga la comida serán las mujeres o hombres que se den de voluntarios y se cambiarán.—Asentí y me pasó otras hojas— todos los que están aquí están anotados ahí, toda su información esta escrita en estás hojas— les di una mirada, y se las devolví, ya tendría tiempo para leerlas con más atención.

¿habrá un mañana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora