Capítulo cuatro: Es lo más seguro que podemos hacer

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La confusión llegó a todos nosotros.

Cayeron del cielo... ¿Eso significaba que eran...?

— ...Aliens—  Isabella acomodó un momento sus lentes— El apagón fue en la capital por eso no notamos algo raro cuando salíamos de la fiesta.

Un recuerdo llegó a mi cabeza: podía ver el cielo y estaba segura, juraría que en el había algo diferente, pero no quería estar discutiendo por eso, estaría mejor si lo volvía a ver en otra ocasión «una en la que no esté borracha»... Lo había notado, creía que era mi imaginación.

—Eso sería algo estúpido— soltó de mala manera Nicol.

Isabella contra ataco.

— Toda esta situación, esas cosas, que estemos encerrados aquí, y escuchemos está radio es realmente estúpido, pero es la realidad.

Hubo un momento de silencio, nada era creíble, y como había dicho Nicol todo parecía estúpido, pero lo vimos con nuestros propios ojos, y no estamos escondidos aquí por juego.

—¿Mónica? — llame su atención, y ella asintió — ¿Cuánto tiempo?

—Ya casi van dos horas... — se acomodo un mechón de cabello— Debemos estar atentos.

Asentí, en ese momento ví a las personas a mi lado, Nelson seguía en el suelo apoyándose en sus rodillas, sus ojos avellanas eran muy llamativos, su tono de piel era oscura, y era de la misma altura que Jack y Abraham, su cabello un poco largo, tenía trenzas sueltas apuntando en varias direcciones.

Jack estaba en una guarda camisa blanca apoyado en una columna de metal cruzado de brazos, hizo un gesto en el que pensé que diría algo, pero se lo guardo para el.

— ¿Que haremos después de que vuelva Abraham?— pregunto Isabella.

—No estoy muy segura, pero con la ayuda de la familia de el puede que todo salga bien— solté, era cierto no estaba segura si valdría la pena arriesgar nuestras vidas así.

Les hice una señal a todos y nos acercamos a la ventana, para estar pendiente de cuando llegarían.

ABRAHAM BROWN.

Íbamos en la camioneta. La pequeña familia de Terri estaba sentada atrás, junto a Emilia.

—¿Que está pasando? — dijo el niño mirando por la ventana.— ¿Dónde está Terri?

Ninguno respondió, no podía decirle que estaba bien o mal. No lo sabía.

Ya teníamos un rato en la camioneta, mi corazón aún estaba acelerado por lo que habíamos visto, creí que al calmarme un poco se me quitaría esto, pero el pequeño recuerdo de ver a esa cosa devorando a aquella chica me perturba cada segundo, era algo demasiado aterrador, pensar que si no corres, si no luchas esas cosas llegarán a ti.

Sentí un leve dolor en mi nuca, lleve mi mano a ella para presionarla un poco.

—Sabes dónde queda mi casa ¿Cierto?— dije y mire de reojo a Ronald y este asintió.

Armas.

Comida.

Lo que sea que nos ayude a sobrevivir

¿habrá un mañana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora