Martes, 27 de Abril.
—Tengo un grano del tamaño de un volcán —exclamó Linda desde el otro cubículo.
Estábamos en la escuela y en ese instante nos encontrábamos cada una en un retrete. Porque claro, éramos seres humanos e ibamos al baño a hacer nuestras heces-sidades.
—Deja de tocarlo o sino se verá como el monte everest —la regañé. Jalé la cadena y el agua sucia se fue por el drenaje.
Los espejos grandes del baño escolar eran grandes, así que en cuanto salí de mi cubículo la imagen de una chica flaca apareció en mi visión. Me acerqué más y lavé mis manos con bastante jabón para luego enjuagar y secar. Volví mi atención a la figura reflejada enfrente e inspeccioné mi rostro. Tenía que darme otro retoque de labial, hurgué en mi bolsillo que había puesto en el lavabo hasta que lo encontré al fin. Para ese entonces, Linda ya estaba a mi lado lavando sus manos y repitiendo el proceso de secado.
—¡Caramba!, necesito urgentemente un retoque de rímel.
Buscó entre su bolso y lo encuentró para luego llenarse las pestañas del espeso líquido oscuro.
—¿Crees que sigue luciendo bien el delineado? —pregunté, viendo si no me había pasado de la línea con el labial.
Linda me miró a través del espejo, con las cejas levantadas y los ojos bien abiertos, pero sin dejar de mover la muñeca.
—Claro, lo hice yo —dijo ella tan humildemente.
—Yo sé, pero ¿segura de que no hace falta que lo rellene? —Giré la cabeza para que ella pudiera verme mejor—. Digo, puede que accidentalmente haya tallado mi ojo, por ACCIDENTE, y se haya arruinado por ese motivo —recalqué que lo hice por accidente.
Linda dejó de aplicarse rímel para cerrarlo de sopetón y mirarme alarmada.
—¿Que hiciste qué? —Me tomó de la mandíbula para tener mi rostro quieto y así pudiera inspeccionarme con detalle—. Tranquila, no se ha embarrado. Un poco. Más o menos. Pero, ¿a que le ha dado un toque super mejor?
Me movió el rostro con su mano para que me viera en el espejo de nuevo. Tenía razón, curiosamente el talle que le había dado a mi ojo le hacía ver muy... muy... ¿sexy? Como si mi delineado fuera un tubo de escape y de ahí saliera un poco de humo. Rara descripción pero lucía algo así.
Conforme con el comentario de Linda, volví a verme en el espejo. Acomodé mejor mi flequillo zanahoria con mis dedos, luego la imagen de una Linda sin escrúpulos me llamó la atención. Enseñaba el interior de su nariz al espejo, levantando la punta con su dedo.
—¿Se te perdió algo ahí? —pregunté.
—¿Un moco, quizá? —respondió con voz nasal.
No es que fuera la mejor imagen que se pudiera apreciar, pero al menos era gracioso.
—¡Ah! Se me perdió. —Soltó su nariz frustrada por no encontrar su "tesoro" perdido.
Negué con mi cabeza mientras todavía sonreía como tonta por culpa de Linda. Acomodé bien mis pantalones anchos, deslizando mis dedos por donde tenía rotas las rodillas. Ya estaba lista, Linda seguía acomodando sus medias de red y el cinturón de su falda corta, que más bien, era MI falda, motivo por el que le quedaba ajustada.
—¿Puedo quedarme con ella? —me preguntó al notar que la veía.
—No.
Sus gestos se alzaron de tal sorpresa y por cómo fingía que lo que le había dicho así era.
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38 Días ©
De TodoAmy Brown, al igual que toda chica adolescente, anhela ciertas cosas. Su padre es un alcohólico y es hija única, no cuenta con muchos amigos pero le basta los que tiene. Linda Green, su vecina, es algo destrampada y tiene cierto recelo a los chicos...