Día 9

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Sábado, 29 de Abril.

Todo sucedía como si fuera un recuerdo. A veces me sentía irreal, como en una película, un videojuego o una historia. Era genial pero al mismo tiempo, extraño. Mantuve el pensamiento para mí misma y mejor disfrutaba de las cosas que ocurrían. ¿Qué no se suponía que debía ser así, ser jóvenes y divertirnos? Vale, con ese pensar mordí la hamburguesa que había aparecido en mi puerta.

Sí, tal vez sonaba algo asqueroso tomando en cuenta que, aunque estando en el envoltorio, se encontraba en el suelo de la entrada. Era la hamburguesa que Nil me había invitado, mamá la había encontrado al regresar a casa y apenas en ese momento me la estaba comiendo: fría, aguada y probablemente sucia; pero no dejaba de ser hamburguesa.

Sinceramente, me resultaba poco creíble que Nil se hubiera tomado la molestia de dejarla en mi casa luego de que le hubiera montado un show, ignorándolo. Me comenzaba a intrigar su comportamiento conmigo, hasta parecía que le simpatizaba. Me limpié la mostaza que tenía embarrada en la boca, tallé mis ojos moribundos del cansancio y, finalizada la hamburguesa, tomé mi chaqueta de mezclilla para cubrir mis hombros huesudos del sol.

ㅡ¡Ma!, ¡voy con Chu chú! ㅡle avisé, gritando para que oyera desde donde se encontraba metiendo la ropa en la secadora.

Cerré la puerta tras de mí y me alboroté la cabellera corta mientras me acercaba al portón trasero, conectando directamente con la casa de mi alocada amiga. Los rayos del sol le dieron las caricias a mis muslos expuestos gracias a mis shorts negros, y también besaron cada peca de mi rostro. Caminé a paso decidido hasta llegar a la puerta corrediza por la que siempre entraba. Saludé a quien sea que se encontraba vagando por la casa.

ㅡ¡Amy en el radar! ㅡasí era como sabían que andaba en su casa.

Nadie contestó, más una risitas se escucharon en el comedor. Eran de seguro los Green, así que mejor no quise entrar para no interrumpir lo que sea que les ocasionaba reír con confidencia. Ignoré los ruidos y fui escaleras arriba, donde Linda aguardaba seguramente dormida.

O tal vez no.

ㅡ¡Abre la puerta, desgraciado! ¡Tú limpiarás el suelo si no te apuras! ㅡamenazó ella, casi tirando la puerta del baño. Estaba hecha una furia mientras apretaba sus piernas y daba algunos brinquitos de un pie al otroㅡ. ¡Más te vale abrir sino usaré tu cabello como trapeador!

Otro golpe de puño a la pobre puerta. Si esta tuviera pies, seguro que ya se habría marchado desde hace mucho. Sentía pesar por la pobre puerta.

Al final la puerta se abrió, saliendo de ahí un galán recién bañado. Tenía ya su ropa del día puesta, pero el look de su cabello húmedo era algo que resaltaba su mirada de chico malo, que para nada lo era.

ㅡHaste a un lado. ㅡEmpujó Linda a su doble, adueñándose ahora sí del cuarto de baño.

No le importó demasiado porque siguió pasándose los dedos por los cabellos oscuros. Y yo, bueno, aprecié el espectáculo. Era una buena imagen para mantenerme embelesada, casi con la boca abierta mientras lo miraba. Es que era casi imposible dejar de ver algo como eso, y mucho menos viniendo del chico que me traía loquita.

ㅡ¿Irás? ㅡ¿Qué?

Me quedé helada y lo miré a los ojos. Él sonrió, pero no para mí.

ㅡ¡Por supuesto, bro! ㅡSe acercó Nil, viniendo de mis espaldas hasta llegar a chocar su mano con la de Andrew.

Me removí, incómoda de tenerlos a los dos juntos. No es que tuviera algo que ocultar pero Andrew no sabía de lo que sucedió con Nil en el restaurante. No era como si Andrew tuviera algo que celar, aunque lo deseara yo, pero aun así me tenía moviendo las manos con nerviosismo.

38 Días ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora