Día 14

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Jueves, 4 de Mayo.

Seguí meneando mi dedo para deleite del hámster. Era tan pequeñito y boludo que ocasionaba una ternura indescriptible. Él dejó de ver mi dedo y se puso a ruñir un trozo de comida que tenía en su jaula.

¿Qué me ocurría? Nunca me había sentido tan apachurrada como ese día; hasta podía decir que mi cuerpo estaba cansado, como si pensar en lo que no ocurrió me tuviera agotada. Tal vez me estaba afectando demasiado el beso con Nil cuando no debería. Pero ahí estaba, fuera de la realidad y volviendo a reprocharme el que mis labios seguirían intactos si yo misma no hubiera planteado la idea de ir a la fiesta.

Me removí impaciente en donde estaba sentada de piernas cruzadas.

No debía darle tanta importancia a un simple pero asqueroso beso; mas a mi corazón le encantaba lanzarse al recuerdo y a la sensación, trayendo consigo cientos de sentimientos que yo no me permitía que me dominaran. No era para nada fácil teniendo en cuenta que solía ser una sentimental, y, por lo tanto, el asunto de mi primer beso era algo importante para ser alguien que añoraba la experiencia romántica llena de explosiones coloridas. Bah, a quién engañaba. Lo había descubierto apenas aunque quería seguir haciéndome oídos sordos.

La respuesta a todo ese pesar era Andrew.

No tuvo culpa más que la de haberse ganado mi corazón de forma inexplicable. Y por eso mismo me sentía tan mal de haber besado a alguien más ㅡaunque fuera sin mi consentimientoㅡ, pues mi corazón se había hecho la idea errónea de que mis labios estaban únicamente a disposición de él, cuando en realidad nunca recibiría ni siquiera un roce. ¡Tontas ilusiones! ¡Tonto el amor! O mejor dicho, ¡Tonta mi yo adolescente!

Con quien debía desquitarme era con mi misma etapa. Bueno, yo culparía a la etapa de la vida más complicada que por el momento estaba viviendo. Fui muy incrédula al pensar que había logrado un cierto grado de madurez, sintiéndome orgullosa de mí misma y de poder manejar mis sentimientos románticos de buena manera; dándoles su lugar debido y no dejarlos que me invadieran por completo. Muy ingenuo de mi parte cuando estaba viviendo mi primer amor juvenil, como si la experiencia se ganara con imaginar. Lo que justo hacía era improvisar apenas descubriéndome.

Podría ser observadora y haber sabido lo que tenía que hacer en un enamoramiento, pero cuando el mejor amigo de tu Imposible se había atrevido a robarte tu primer beso era como haberte descuidado en la curva y ahora debías maniobrar el volante con fuerza para no ir en picada por el acantilado. Mis emociones estaban inestables desde aquel día, culpándome por diversos motivos creados por mi cabeza. Entre ellos que le había sido, por así decirlo, "infiel" a alguien con quien ni siquiera teníamos una relación de amigos.

Suspiré de cansancio por lo que estaba sintiendo. Sabía que no tenía por qué afectarme, no cuando yo misma me había convencido de que no era necesario abrumarme por esas cosas cuando me gustara alguien. Pero aquello se sentía más que un simple gusto; desde hacía ya un tiempo que aquello había pasado de eso. Ahora podía decir con certeza que estaba enamorada. Y de alguien con el que no correspondía de la misma manera. Ni nunca ni jamás, así de drástico.

ㅡDeja de bufar como toro y mejor cuéntame. Haré como si fuera tu terapeuta psicológica ㅡpronunció Linda ya aburrida de no hablar como solíamos hacerlo.

Mi cabeza dejó por un momento el verdadero asunto y comencé a pensar en un tema que bien podría hacerle gastar saliva a lo grande. Y no. No le había contado a Linda lo del beso, sino se pondría como loca y hasta saltaría por la ventana para ir a casa de Nil a sacarle los dientes. No quería más problemas por eso, lo que quería era deshacerme de ese beso en silencio y así nadie, incluída yo, se daría cuenta hasta ya no sentir nada.

38 Días ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora