Miércoles, 3 de Mayo.
ㅡ¡Aléjate! ¡Quítame a esta sanguijuela horrible! ㅡgritó Andrew.
No sabía si se refería a mí o a Linda, quien le mordía los tobillos como si fuera un perro.
ㅡ¡Silencio bestias! ㅡLa madre de Linda entró, cargando un portafolio y con la laptop bajo la axila.
Tan amigable la señora Green que lo primero que nos decía al entrar era llamarnos así. Su apodo favorito para sus hijos, quienes se mordían como animales en su presencia. Ella no le importó en lo más mínimo y desapareció en la cocina. Linda no dejó de morderlo, es más, hasta imitaba el gruñido de un perro. Estaba rabiosa, y pobre Andrew, ella lo mordía y yo lo jalaba para salvarnos el poco pellejo que nos quedaba.
ㅡSolo eran unos tragos, tontuela ㅡsiguió explicando, aunque ya sabía que Linda era un hueso difícil de roer, y mucho mas tratándose de su jugo.
ㅡ¡Pero era mi jugo! ㅡapenas si se le entendía porque seguía aferrando sus dientes a la piel de Andrew.
¡Amor mío, resiste más que te salvaré!
ㅡ¡Te traeré uno nuevo! ¡pero deja de actuar como una fiera! ㅡimploré por mi propio cuero y abogué por el de Andrew.
La única ventaja de todo eso es que, ya fuera por el dolor que los dientes le ocasionaban, Andrew mi Impsible se aferraba a mis flacuchentas piernas para sostenerse mientras sacudía su pie en busca de libertad.
ㅡ¡Patrañas! ㅡexpresó Linda, definitivamente enfurecida. Lo tenía apeñuzcado con dientes y uñas.
ㅡ¿Por qué no eres una melliza normal? ¡Agh! ㅡexclamó, junto con muecas de dolor.
Linda y su fuerza descomunal nos arrastraba por el suelo por donde estábamos tirados. Linda por poco y se lo llevaba lejos de mí, pero Andrew fue sabio y me sostuvo por la cintura. Luego le agradecería a Linda por haberlo mordido. Andrew se quejaba por cómo su hermana caníbal le enterraba los dientes.
ㅡ¡Familia! ㅡUn despeinado señor Green entró con los brazos extendidos y una boba sonrisa.
Si no fuera por el problema que teníamos en la sala hablaríamos seriamente sobre las marcas de labial en el rostro de él.
ㅡ¡Señor Green! ㅡllamé a mi querido suegrito.
El hombre de familia, que además de suministrar alimento sino que también proporcionaba alegría, se le borró la gran sonrisa que tenía en el rostro al ver a su hija intentando arrancarle la pierna a su hermano.
Rápidamente se movilizó, con el rostro y las greñas de espanto.
ㅡ¡No, no, no, Linda! ㅡSujetó de la cintura a su bestial hija y se la echó en el lomo como saco de harinaㅡ. Terroncito de azúcar, no hagas eso.
Se la llevó a una distancia prudente, donde él pudiera calmar a la chica que forcejeaba para ir a donde estábamos nosotros. Respiré un poco más calmada al tenerla lejos. Aunque había cierta personita que no me ponía fácil regular mi respiración, sus brazos sostenían con fuerza a mi cintura que sus dedos se me clavaban en las costillas. Yo sé, no era un cuerpo muy cómodo como para que él pudiera sentir mis lonjitas de carne o grasa, lo que fuera. Sólo era huesos revestidos de piel... y sangre.
A pesar de eso, siguió recostado encima de mis piernas mientras me apretaba las costillas; luchar por salvar su pierna le había agotado, y se recuperaba en mi regazo. ¡Ah! Que alguien chillara de emoción conmigo, nunca había tenido tan cerca y para mí ㅡpor instantes, claroㅡ a Andrew.
Su tez blanquizca me decía: tócame. Pero eso era un riesgo muy grande, así que mejor lo admiré de lejos imaginando lo suave que sería tocar sus mejillas. Miré su cabeza, la cual, se movía cada que yo inhalaba y exhalaba. De arriba a abajo. De abajo a arriba. Esos cabellos negros y sedosos se apachurraban en mi cóncavo vientre. Yo sólo me quedé ahí para él como una cama, de huesos, pero al final era una cama.
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38 Días ©
AcakAmy Brown, al igual que toda chica adolescente, anhela ciertas cosas. Su padre es un alcohólico y es hija única, no cuenta con muchos amigos pero le basta los que tiene. Linda Green, su vecina, es algo destrampada y tiene cierto recelo a los chicos...