Capítulo 56

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El rugido de Eternatus resonó por cielo oscuro, Lionel estaba en piso a mi lado inconsciente y los chicos estaban tirados sin lograr moverse.

¿Por qué estaba pasando esto?

¿Los chicos no habían ganado?

Una luz brillo y dos aullidos parecían llamar mi nombre.

Abrí los ojos deslumbrada por la luz.

Estaba recargada en la cama del hospital, lo primero que vi fue mi mano vendada.

Todo había sucedido, nada fue un sueño pero estábamos a salvo y habían ganado.

Me enderece en la silla despejando el sueño que tenía.

Alcé la vista, Lionel estaba sentado en la cama viendo tranquilo la ventana mientras el aire corría libremente moviendo su cabello.

—Despertaste...

Ambos hablamos al mismo tiempo, no pude evitar sonreír triste, no pude mirarlo a los ojos, me sentía extraña pero no entendía la causa, hablé suave:

—Déjame llamar a un doctor para que te vea, tu madre salió por unos minutos...

Me levante de la silla dirigiéndome al pasillo pero su mano tomó la mía vendada con cuidado, tal vez nervioso.

Sus ojos brillaron por un breve momento para decir:

—Quédate, por favor, solo un poco más.

Guarde silencio mientras volvía a tomar mi lugar, el silencio no era incómodo pero mi garganta se cerró sin poder decir palabra alguna.

Quería decirle que estaba feliz de que se encontraba mejor pero mis lágrimas salieron antes que todo.

Intenté retener mis lagrimas pero estas no paraban de salir, el cuarto se lleno de mi llanto, Lionel apretó con más fuerza mi mano sin lastimarme sabía que quería confortarme.

—Lo lamento, realmente lo lamento.

Me seque las lágrimas con mi otra mano libre y lo miré, sus ojos estaban tan dolidos que me rompieron el corazón.

—Estas enojada...

No era reproche pero si parecía agradecido.

Me levante de la silla con un movimiento seco haciéndola sonar por el cuarto, vi como contenía la respiración, sus ojos se nublaron por unos segundos.

—Claro que lo estoy... —las palabras amargas apenas salieron de mi boca en susurros—, porque pensé que te perdía, ¿sabes que tan preocupada estaba cuando te vi en tirado sin moverte?

Sus ojos siguieron contemplándome con culpa, avergonzados o algo más que no supe que era, pero me dolio su silencio abrumador.

Suavemente entrelazo nuestros dedos y me atrajo a él.

Me senté en el borde de la cama, no pude mirarlo a los ojos.

—Nunca necesite que fueras un héroe —susurré, estaba frustrada y triste pero no podía evitar decir lo que sentía—, entiendo la gran responsabilidad que llevas en los hombros como Campeón de Galar...

Me quedé en silencio y Lionel espero paciente a que siguiera.

—Estaba asustada —susurré con nuevas lágrimas en los ojos, recorde el verlo en el piso, mi pecho dolia mucho, lo contemplé seria—, te dije que odiaba que siempre te preocupara por los demás y nunca por ti...

—Yo...

Tomé su mano entre las mias, estaban frias al tacto, temblaba un poco tambien, lo miré a los ojos.

—Y eso es lo que te hace especial, ser fuerte, ser valiente, aunque arriesgues todo por mantenernos a salvo, eso es lo que amo de ti.

Sus ojos brillaron ante mis palabras, no articuló palabra algún pero si me rodeo con sus brazos hundiendo su cara en mi pecho.

Nunca lo odiaría, Lionel era especial para mí, siempre lo fue, no importaba que tan lejos estuviera, ni en qué región me encontraba, Lionel siempre estaba en mis pensamientos.

—Te amo.

Sus palabras sonaron en un susurró, ligero y suave pero hicieron que mi corazón latiera con fuerza.

—Cuando fallé en capturar a Eternatus y te vi arrodillada junto a mí protegiéndome, sabía que quería decirlo, que quería seguir luchando para decírtelo.

Alzó la mirada a mis ojos, y entonces supe que aquellos ojos dorados me miraban con devoción y amor.

—Te amo.

Mis lágrimas salieron de nuevo pero ya no eran tristeza, la calidez de Lionel invadía mi corazón.

—Te amo, Lionel.

Tomé su cara ente mis manos y lo bese con ternura, no necesitaba más palabras para creerle que siempre cuido de este amor.

—Gracias, por todo, gracias.

No pude evitar que una sonrisa se formara en mis labios mientras los suyos parecían brillar con el sol.

La Corona Olvidada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora