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Hyunjin llegó a casa con dinero en efectivo, uno que desde hace un buen tiempo no tenía en manos.

— ¡Llegué!—el primero en salir a saludar fue un pequeño de regordetas mejillas, unas que a Hyunjin le gustaba apretar—Hola, Jaebeom.

—¡Tío!—su sobrino chilló cuando lo abrazó, haciendo sonidos que solo un bebé podía—¡Te extrañé!

—Yo igual—le dio un beso en la coronilla, causando la infantil risa que alegraba sus mañanas. De pronto sintió como otro par de manos se apoderaba de sus piernas; Yujin—Hola, princesa.

—¿Trajiste algo para nosotros?—Hyunjin dejó en el suelo a su sobrino, mirando a la niña con viveza, a comparación de su mellizo a Yujin no se le escapaba una.

—Trajé comida—los menores gritaron felices, corriendo por la pequeña casa emocionados ante el regalo. Hyunjin buscó a su hermana por el lugar, pero no había rastro de la pelinegra—¿Y su madre?

—Trabajando—respondió Jaebeom, sentándose un poco más calmado en el gastado sillón—Se veía cansada.

—Siempre se ve cansada—respondió Yujin, imitando la posición de su hermano—el tío Hyunjin también siempre está cansado.

Ignoró la conversación de los niños, dejando sobre la mesa algunos víveres que compró para la casa, hacia falta ir al mercado a comprar verduras así que se gastó un poco del dinero adelantado para traer comida, una buena cantidad de comida, así su hermana no se preocuparía de que sus hijos no comieran, o que incluso ella dejara de comer por alimentar a los pequeños. Hyunjin revolvió en cabello de su sobrina al pasar por el pasillo, caminando directo al estudio que su hermana tenía para sus bordados.

—Hola, traje de cenar—avisó entrando, observando orgulloso las lindas prendas de ropa que colgaban de los percheros. La mujer levantó la cabeza de la máquina de cocer y le sonrió, una espléndida sonrió que iluminó su horrible día.

—Buenas noches, Hyunjin—se acercó para abrazarla, no la veía desde hace tres días por culpa del trabajo en la cafetería, la práctica en la empresa y algunas clases de la universidad que le quedaban del semestre—Sigues igual de hermoso.

—Y tú de joven—ella sonrió más amplio, levantándose de la silla—¿Estás bien? Luces...un poco desanimada.

—Estoy bien, solo tengo un mal presentimiento—su hermana frunció el ceño, mirando a la nada pero a la vez todo. Hyunjin se contrajo, eso de contarle a su hermana sobre el contrato no tenía buena pinta—¿Por qué me miras así?

—Por nada.

🌃

Cuando terminaron de comer y de limpiar, los pequeños hicieron reír un poco a su madre antes de caer a los brazos de Hyunjin, que los llevó directo a la habitación que compartían con su hermana. Los arropó con cariño, deteniéndose en cada facción que los caracterizaba, desde los lunares hasta los finos cabellos.

Haría lo que sea para mantenerlos a salvos, alimentados y felices. Era inexplicable el sentimiento de responsabilidad que sentía por ellos, el amor y protección que dominaba su sangre al tenerlos justo allí, soñando con ángeles y países celestiales. Hyunjin se conseguiría un ángel de ser necesario, les inventaría un país.

—¿Qué sucede? Estás actuando extraño—se volteó a la puerta, en donde su hermana se apoyaba en la pared con una expresión preocupada—Dime la verdad, ¿Qué hiciste para llegar con todas esas bolsas?

—Trabajé.

—No me mientas, soy tu hermana mayor—camino hacia ella, cerrando la puerta por detrás. Hyunjin parpadeó incómodo, no estaba acostumbrado a mentirle.

𝐛𝐢𝐭𝐞/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora